Los sondeos dan ganador a Donald Trump en las elecciones del próximo 5 de noviembre. La diferencia con Joe Biden, cuyo futuro como candidato está en la cuerda floja, es de apenas tres o cuatro puntos, pero el clima que se respira en Estados Unidos y en las firmas demoscópicas es que Trump lo puede lograr.
Desde el jueves el republicano es oficialmente el hombre del partido elegido en la Convención Nacional para reconquistar la Casa Blanca. Su intervención en la última jornada de la cumbre conservadora le mostró más comedido en las formas, pero firme en sus principios y valores de fondo.
Los votantes se preguntan ahora si la palabra dada en campaña la podrá cumplir si recupera el poder en la primera potencia del mundo. En el programa electoral aprobado en la Convención Nacional Republicana Milwaukee, Trump desgranó algunas de sus promesas y en sus mítines, otras.
Inmigración, frontera y el muro
El republicano, que ganó en 2016 con el proyecto de construir un muro fronterizo, como recuerda Efe, promete acometer la mayor deportación de inmigrantes en la historia de Estados Unidos, donde viven más de 10 millones de personas en situación irregular.
Trump asegura que frenará la «invasión» de inmigrantes, reinstalará su programa «Quédate en México», que obligaba a los solicitantes de asilo a esperar su trámite desde el lado mexicano de la frontera, y vetará de nuevo la entrada a personas de determinados países musulmanes.
En una entrevista con la revista Time, abrió la puerta a construir campos de detención de migrantes y a desplegar el Ejército para perseguir a los indocumentados.
Impuestos, importaciones y veto a China
Con MAGA (Make America Great Again) por bandera, el lema «Hagamos Estados Unidos Grande Otra vez», Trump propone impulsar una política proteccionista que aplique aranceles a todos los productos importados.
Eso incluye un veto a las importaciones de vehículos eléctricos de fabricación china y un impulso a la industria nacional. La guerra comercial, al menos a día de hoy, está declarada con el gigante asiático.
Con Donald Trump en la Casa Blanca otro de sus objetivos sería aumentar la producción de petróleo y de gas para reducir los precios de la energía. Eso supondría, de acuerdo a sus compromisos, una rebaja de impuestos sustancial, por no hablar directamente del mayor recorte de la historia.
La invasión de Ucrania y Putin
Trump asegura que pondría fin rápidamente a la guerra de Ucrania, aunque no ha aclarado si para lograr un acuerdo de paz apoyaría la anexión rusa de parte del territorio ocupado. En ese contexto amenaza con cortar la ayuda a Kiev si los aliados europeos de la OTAN no aumentan su gasto militar. Esta demanda viene de largo. Trump no entiende por qué EE. UU. debe pagar la mayor parte de la factura de defensa en Europa y exige que los aliados se metan la mano en el bolsillo. El compromiso de las últimas cumbres de la Alianza Atlántica de dedicar el 2 por ciento del PIB a defensa todavía no se ha cumplido.
Israel y el terrorismo
El expresidente es un firme aliado del pueblo judío. Donald Trump ha prometido defender incondicionalmente el Estado de Israel, comprende la situación estratégica de su aliado y está dispuesto a ayudarle en su lucha contra Hamás y el terrorismo islámico. Irán es uno de los enemigos compartidos y la amenaza es permanente. En cuanto a la creación de un estado palestino, -que los propios palestinos rechazaron hasta en cinco ocasiones-, mientras la violencia y el poder de Hamás persista, el republicano ni se lo plantea.
Trump sería implacable con el terrorismo venga de donde venga, Y eso incluye, según sus promesas, clasificar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas y recurrir al Ejército para combatirlos.
Juicio a la justicia
La Justicia es la sombra alargada del futuro de Trump, logre o no logre la reelección. El republicano denuncia que hay una caza de brujas en su contra que explica la colección de causas judiciales que le acorralan en los tribunales y responsabiliza a Joe Biden de esa persecución.
Con ese argumento y la idea de que el Departamento está al servicio del demócrata, Trump pretende despedir a miles de funcionares de carrera. El objetivo declarado es desmantelar lo que llama el «Estado profundo» y recortar las atribuciones de las agencias federales para concentrar el poder en la Presidencia.
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Donald Trump, al menos antes de que una bala le rozara la oreja derecha, sospecha que se podría dar una situación similar a la de 2020. Es decir, que el resultado sea tan apretado que termine pidiendo por un puñado de votos «robados». Por eso, advierte que sólo respetara el escrutinio si es «honesto».
Entre las deudas pendientes de Trump está la acusación de instigar el asalto al Capitolio en enero de 2021, para evitar la investidura de Joe Biden. La Corte Suprema recientemente le blindó al resolver que era inimputable por los actos realizados como presidente.
Aborto
Donald Trump no es un político combativo con las leyes que despenalizan el aborto. Por el contrario, su posición en este tema le genera cierto rechazo en los sectores más conservadores del Partido Republicano ya que defiende que cada estado debe ser libre para prohibir o legalizar el aborto. Aunque en sus filas le han pedido que imponga un veto nacional a la ley del aborto, Trump lo ha rechazado.
Transexuales
A Trump le molesta que se usan fondos del Estado para adoctrinar a los niños y a los jóvenes en cuestiones de género en los colegios. El expresidente no cree en la disforia y desprecia a los transexuales a los que no reconoce el cambio de sexo. Propone prohibir participar en competiciones deportivas femeninas a los transexuales al considerar que lo hacen con ventaja y que un hombre es un hombre, aunque se haya cambiado de sexo.
*Para El Debate