Todo tiene un límite, incluso las farsas que son evidentes desde hace muchos años. Aunque hoy los medios de todo el mundo analizan las posibilidades que existirían alrededor de una declinación de Joe Biden a su candidatura por la reelección, si uno mira lo que está sucediendo no puede tener dudas. La cuestión parece estar terminada y solamente deberíamos preguntarnos cuándo sería el anuncio y por quién será reemplazado para la candidatura demócrata.
En las últimas horas, luego de dos errores monumentales (confundió a Volodímir Zelenski con Vladímir Putin y a Kamala Harris con Donald Trump) todo parece haberse precipitado ante los ojos del mundo. Aunque la situación era ya insostenible tras un tétrico debate, donde el postulante republicano hasta se compadeció de un rival que estaba ya en la lona antes de empezar.
El desastre total ya excede ampliamente a lo que puedan decir los partidarios de Trump. Hasta los simpatizantes demócratas, que por estas horas defienden lo indefendible, reconocen implícitamente que el hombre no está en condiciones para nada relevante en el mundo de la política, mucho menos ser presidente de la principal potencia del mundo. La actriz y conductora Whoopi Goldberg, pensando que le estaba haciendo un favor, dijo por televisión que lo votará “aunque se cague en los pantalones y no pueda hilvanar una frase de corrido”.
En la cabeza del progresismo antitrumpista norteamericano, esta declaración puede ser lógica y hasta emotiva. Sin embargo, para el sector de los indecisos no polarizados, que al final son quienes determinan el resultado de la elección, tales palabras caen muy diferente. Ni siquiera hace falta que ellos se vuelquen por el Partido Republicano. Mientras que solo algunos lo hagan y otros simplemente no vayan a votar, la suerte estaría echada en favor del segundo mandato del magnate.
Aunque la corporación que mueve los hilos del Partido Demócrata se haya dejado estar, limitando su oferta reciente a un “antitrumpismo”, lo más lógico sería que, por estas horas y a diferencia de lo que hicieron todos estos años, estén pensando con la cabeza fría y a futuro. Al menos, a mediano plazo. Aunque estén considerando que un eventual deceso de Biden durante los próximos años signifique la continuidad con Harris, el estado calamitoso de un hombre anciano que debería estar en su casa con su familia podría llevarlos al desastre electoral.
Biden ya dijo que no se piensa bajar, cosechando solamente los aplausos de un pequeño sector minoritario, que no alcanza para ganar una elección nacional. Si impera algo de lógica, el búnker demócrata deberá estar discutiendo por estas el anuncio de lo inevitable. Seguramente el nombre del reemplazante ya está decidido.
La excusa del renunciamiento, de tener lugar, sería predecible. Un discurso en el que un hombre, que puede seguir diciendo que está en condiciones, hace un renunciamiento en nombre de su partido y de su país. Si fuese peronista, bien podría decir Biden que primero está la patria, luego el movimiento y finalmente los hombres.
Esto podría ser un reseteo virtuoso para una nueva campaña, que sí tendrá que ser diseñada en tiempo récord. ¿Estarán trabajando los asesores de Trump en una nueva estrategia para lidiar con un candidato más fresco, en todo sentido? Deberían. Biden no puede ser candidato a presidente de nuevo.
Fuente: PanamPost