Luis Arce pide que las Fuerzas Armadas de Bolivia lo defiendan de un “golpe blando” para acortar su mandato

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El presidente boliviano Luis Arce pidió a las Fuerzas Armadas de su país que lo defiendan frente a “los planes siniestros que procuran un golpe blando o acortamiento de [mi] mandato”. Arce hizo esta declaración ante el regimiento Colorados, que le sirve como escolta presidencial, el 27 de mayo. Su Gobierno se halla asediado por varias amenazas de conflictos sociales, que se originan en las crecientes dificultades de la economía nacional. El transporte pesado y los comerciantes informales están alistando, cada uno por su cuenta, cortes de ruta y protestas para exigirle un mejor acceso a los dólares y los combustibles, que se hallan racionados desde hace meses. También recibe ataques de la oposición tradicional y de los seguidores del expresidente Evo Morales, antiguo mentor político que se ha convertido en el peor rival.

Arce defiende que los problemas no son tan graves y que están siendo usados para desprestigiarlo y, en última instancia, derribarlo. “Como varios países, tenemos ciertas dificultades en la disponibilidad del dólar, pero no estamos en una crisis económica estructural como pretende posicionar la oposición para generar crisis política y acortar nuestro mandato”, señaló en el mismo acto. Simultáneamente, una reunión de los aliados sociales del Gobierno aprobó que no permitirán que “la derecha tradicional y la nueva derecha [el ‘evismo’] instalen el discurso de crisis en el país”.

Las reservas de dólares del Banco Central de Bolivia (BCB) disminuyeron a niveles mínimos en febrero de 2023. Desde entonces, los depósitos de dólares sufren un “semi-corralito”. Hasta hace poco, los dueños de las cuentas solo podían sacar doscientos dólares por día; ahora la cifra se ha reducido a cien. También existen topes para los retiros mensuales y para el uso de tarjetas de crédito y débito en el extranjero.

En el mercado paralelo se puede comprar cantidades pequeñas de dólares a un precio un 20% mayor que el tipo de cambio oficial. Los importadores que necesiten grandes sumas deben recurrir a los bancos, que solo están autorizados a cobrarles una comisión de 10%. La diferencia entre ambos porcentajes ha bloqueado la provisión de dólares por parte de los bancos y ha generado roces entre estos y el Gobierno. Este ha multado a varias instituciones financieras por cobrar comisiones superiores al máximo permitido. También ha acusado a la banca en general de quedarse con los dólares y no entregarlos al público. La asociación de bancos ha recordado que el BCB les debe 2.500 millones de dólares, suma que, si les fuera entregada, les permitiría atender la demanda actual.

El Banco Central no cuenta con tal cantidad. A principios de mayo informó que poseía 139 millones de dólares en efectivo. La única fuente de divisas del país, entonces, son los exportadores, que, aprovechando su posición, subastan los dólares que tienen a precios superiores al oficial. Además, según las autoridades, una quincena de grandes exportadores se resiste a traer todo el dinero que factura al país. No los sancionarán ni adoptarán ninguna medida de control de cambios que haga obligatoria la repatriación de los ingresos por exportaciones.

La falta interna de dólares y el encarecimiento del costo de vida de Argentina, después de la llegada de Javier Milei a la presidencia de este país, han causado que Bolivia “importe inflación”, según la expresión del ministro de Economía, Marcelo Montenegro. El alza de los precios todavía es leve, pero, luego de veinte años de estabilidad, produce efectos políticos. La popularidad de Arce ha estado cayendo agudamente en las encuestas, aunque siga siendo el político boliviano con mayor intención de voto.

Los problemas se extienden a otros sectores de la economía: en 2023, las importaciones fueron 500 millones de dólares mayores a las exportaciones. La tendencia deficitaria continúa este año, lo que está secando aún más el mercado de dólares. El déficit comercial se debe principalmente a la necesidad de importar el 80% de los combustibles que se consumen en el país, a causa de la debacle de la industria de hidrocarburos nacional. El año pasado, Bolivia vendió 2.300 millones de dólares de gas e importó gasolina y diésel por 3.000 millones. Una parte de estas importaciones volvió a salir por vía del contrabando, ya que el precio interno de los combustibles está subsidiado y es mucho menor que el de los países vecinos. Para evitar esta sangría, existe un programa de control de la venta de gasolinas que ha sido sofocante para los sectores que requieren de grandes cantidades de estos líquidos: la agroindustria y el transporte. Además, intermitentemente se producen pánicos de los propietarios de vehículos que causan grandes filas y sobreconsumo.

La palabra “crisis” se ha instalado en el debate político, sea porque se afirma que existe o porque se niega. Las declaraciones del oficialismo sobre una conspiración en marcha aumentan la incertidumbre de la población. También crece el fragor de los choques políticos, cuando solo falta algo más de un año para las elecciones.

Fuente: El País

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