Aumento de impuestos en Reino Unido genera el mismo fracaso que en el resto del mundo

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Las leyes de la economía son universales. Sin embargo, muchas veces las potencias más estables apelan a “soluciones populistas”, ignorando que los resultados serán exactamente los mismos que en cualquier país subdesarrollado.

En Inglaterra, la gestión laborista de Keir Stramer consideró una buena idea subirles los impuestos “a los ricos”, para incrementar la recaudación fiscal. Como era de esperar, los resultados que obtuvieron en Londres fueron los opuestos a los que buscaban. Nada que pueda sorprender a nadie.

La izquierda británica parece tener los mismos vicios que hoy se recuerdan en los videos de Margaret Thatcher, al momento de dejar su cargo de primer ministro en 1990. En los debates de aquellos días, los laboristas ya venían insistiendo con la importancia de la “brecha” entre “ricos y pobres”. Thatcher, que llevó a cabo una política de reducción impositiva (consiguiendo mejores resultados que los que habían obtenido los voluntaristas de la política) les recriminaba a sus adversarios sus políticas igualitaristas. “Prefieren que los pobres sean más pobres, con tal que los ricos no sean más ricos”, decía hace tres décadas y media, mientras gesticulaba la falacia del “gap”, cuando se mejoran todos los niveles de ingresos.

Sin embargo, no hace falta irse tan lejos como para corroborar la vigencia de las leyes económicas básicas en Inglaterra, como sucede en el resto del mundo. Entre 2010 y 2016, el Impuesto de Sociedades (también incrementado por gestiones laboristas) era del 28%. Ante la necesidad de dinamizar la actividad, en 2017 el gravamen se redujo 8 puntos quedando en un 20%. ¿Qué pasó? Nada que pueda sorprender a los que estudiaron la básica “curva de Laffer”. La recaudación que ofrecía ese impuesto se incrementó en un 30%. Es decir, cobrando menos, aumentó la actividad y terminaron recaudando más.

Pero, como el ser humano suele tropezar con las mismas piedras -y los socialistas mucho más- los laboristas volvieron a pensar que si aumentaban el impuesto sobre las ganancias de capital iban a aumentar la recaudación fiscal. La vieja falacia de dejar en estático una variable dinámica, esperando que los desincentivos no afecten las condiciones que consideran como “dadas”.

¿Y qué pasó? Lo que tenía que pasar: nuevos exiliados fiscales, negocios desarticulados y caída en la recaudación del 10%, luego del incremento impositivo de predecibles resultados.

¿Habrán aprendido la lección los laboristas británicos? El apabullante resultado a la iniciativa fiscal puede que deje una lección en el corto plazo. Lamentablemente, todo parece indicar que, tarde o temprano, los estatistas en todo el mundo vuelven a apelar a estas iniciativas, pensando que ocurrirá lo imposible.

Aunque se reduzca la recaudación y el gobierno parezca ser el principal afectado, lo cierto es que estos retrocesos en la economía terminan descapitalizando a los países, perjudicando mucho más a los que menos tienen, que a los “ricos” que cambian sus inversiones apretando un botón desde sus teléfonos celulares o computadoras portátiles. Ellos podrán volver así de sencillo, pero la confianza y el incremento de las tasas de capitalización, que terminan determinando los salarios, siempre son procesos más largos.

Fuente: PanamPost

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