Ramdin asumió como secretario General de la OEA condicionado por la dictadura de Maduro y la agenda geopolítica de Trump

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(Desde Washington, Estados Unidos) Albert Ramdin asumió la secretaria General de la OEA con el apoyo de Brasil, México y Colombia, la cautela de los Estados Unidos y la lejanía diplomática de Argentina y Paraguay.

 

Lula da Silva, Claudia Sheinbaum y Gustavo Petro consideran que la OEA puede funcionar como un balance de poder ante la agenda geopolítica de Donald Trump, y por eso en la elección interna jugaron al lado de Ramdin y en contra de Rubén Ramírez, el canciller de Paraguay.

 
El Departamento de Estado contó los votos y se mostró prescindente para evitar una derrota regional a pocos días de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Marco Rubio nunca apoyó a Ramdin, y ahora observará de cerca sus movimientos como secretario General.

 
Rubio conoce la situación política de América Latina y tiene una hoja de ruta para terminar con las dictaduras en Venezuela, Cuba y Nicaragua. El secretario de Estado confiaba en Luis Almagro y aguarda una gestión sin grises de Ramdin.

 
En su primer discurso en la OEA, Ramdin se movió con llamativo silencio frente a las sistemáticas violaciones a los derechos humanos que cometen Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel.

 
“El seguimiento de la evolución en Venezuela”, fue la única referencia que hizo Ramdin en su discurso de 14 páginas que leyó ayer en la OEA.

En esa alocución -con párrafos en español e inglés-, el secretario General omitió la crisis institucional que existe en Nicaragua y Cuba, que no actúan en la OEA pero integran América Latina.

En cambio, Ramdin fijó una posición sin ambigüedades respecto a Haití.

“En ningún lugar del Hemisferio están más amenazados la democracia y el Estado de derecho, la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo que en Haití“, sostuvo el secretario General.

Y añadió: “Haití ocupará un lugar prioritario en nuestra agenda en el futuro previsible. Con este fin, la OEA dará prioridad, dentro de su mandato y conforme a las disposiciones de la Carta, al apoyo de una hoja de ruta integral que aborde los desafíos inmediatos de seguridad en Haití, al tiempo que impulse reformas de gobernanza a largo plazo”.

A diferencia de Venezuela, Cuba y Nicaragua, la situación institucional de Haití funcionará como un eje común entre los distintos bloques ideológicos que conforman la OEA.

Sin embargo, Ramdin deberá extremar su capacidad diplomática para evitar que las soluciones que se presenten para Haití no deriven en una disputa geopolítica entre Estados Unidos -y sus aliados de Argentina, Paraguay, Canadá y El Salvador, por ejemplo- y el bloque que lidera Brasil junto a México, Colombia, Bolivia, Chile y Honduras.

Estados Unidos no descarta que la OEA encabece una misión de paz en Haití con poder de fuego para enfrentar a las bandas de narcotraficantes que controlan el 85 por ciento del territorio, mientras que Brasil y México solo avalarían una hoja de ruta para ordenar la transición democrática en la isla caribeña.

La administración republicana considera que los organismos multilaterales no son efectivos y que implican un gasto innecesario para los contribuyentes de Estados Unidos.

Desde esta perspectiva, Rubio envió al Capitolio un presupuesto para 2026 que recorta partidas para la ONU y otros foros multilaterales que dependen de los aportes de la Casa Blanca.

La Organización de Estados Americanos no estaría exenta al margen de la decisión que asumió Trump y ejecutará Rubio hacia adelante. Si Estados Unidos hace un recorte fuerte en la OEA, su agenda regional podría colapsar en escasos meses.


Ramdin conoce la situación, y en su discurso alentó a introducir la reformas necesarias para que la guadaña presupuestaria de Trump afecte lo mínimo posible la actividad multilateral de la OEA.

“Las políticas que desarrollamos deben basarse en datos. Y necesitamos establecer metas y objetivos alcanzables y mensurables. Propongo que, cuando sea necesario hacer ajustes, lo haremos, motivados y con el objetivo de optimizar la organización”, adelantó Ramdin.

El posible recorte de fondos para la OEA tendrá relación directa con la agenda regional que despliegue Ramdin y con su política de alianzas en el foro multilateral.


Estados Unidos quiere terminar con las dictaduras en Venezuela, Cuba y Nicaragua, exhibe voluntad para apoyar una transición democrática en Haití, reclama políticas directas contra los delitos trasnacionales y el terrorismo, y descarta una gestión vinculada a la agenda 2030 de Naciones Unidas.

Sin olvidar que la Casa Blanca no permitirá que China desembarque en la OEA para suplir los desequilibrios económicos y financieros que podría tener en un futuro cercano.

Ramdin llegó con los votos del Caribe y el bloque liderado por Lula da Silva, pero necesita los fondos de Estados Unidos para evitar que la OEA decline en su rol multilateral.

Un desafío inédito con final abierto.

con informacion de INFOBAE.

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