
El día que Diana de Gales se travistió para salir de fiesta con Freddie Mercury: su visita a uno de los locales LGTBIQ+ más conocidos de Londres
PERSONAJES



La princesa Diana consiguió ganarse el cariño no solo de la sociedad británica, sino también del resto del mundo. Durante años se convirtió en uno de los rostros que más portadas de revistas protagonizaba. Amada por su cercanía, su sensibilidad y su espíritu indomable, su vida estuvo marcada por la constante atención de los medios, una presión que, irónicamente, también jugó un papel clave en su trágico final.


La exmujer del actual rey Carlos III fue durante años una de las mujeres más retratadas del planeta. Su fama, sin embargo, no le otorgó libertad. Al contrario, convirtió cada uno de sus movimientos en objeto de escrutinio. Harta de esa exposición constante, la princesa desarrolló estrategias para moverse en el anonimato, escapando a veces, aunque fuera solo por unas horas, del ojo público.
Uno de esos episodios, relatado en el libro recién publicado Dianaworld: An Obsession, del escritor Edward White, revela una faceta poco conocida de la princesa: su deseo de vivir experiencias normales, lejos de la etiqueta y el protocolo real. Según el autor, Diana logró colarse en uno de los locales LGTBIQ+ más conocidos de Londres, la Royal Vauxhall Tavern, disfrazada con la ayuda de sus amigos, entre ellos el mítico Freddie Mercury y la actriz Cleo Rocos
“En el ambiente sombrío del club, nadie la notaba”
La escena parece sacada de una película: después de una tarde viendo Las chicas de oro en casa del DJ Kenny Everett, Diana convenció a sus amigos para ir al club nocturno. Everett dudó, advirtiéndole que se trataba de un sitio repleto de hombres gays, pero la princesa insistió. Solo quería entrar, pedir una copa y salir sin ser reconocida.
Para lograrlo, improvisaron un disfraz: “Una chaqueta militar de camuflaje, el pelo recogido en una gorra de cuero y gafas de sol oscuras de aviador”, describió Rocos en su autobiografía de 1988. El resultado, según la intérprete, fue lo suficientemente convincente como para que la mujer más famosa del momento pasara desapercibida como un excéntrico modelo gay. Nadie la reconoció. Diana logró lo que tanto anhelaba: mezclarse entre la multitud, sin escoltas, sin flashes, sin presión. Pidió una copa, compartió unos momentos con sus amigos y luego se fue. Al día siguiente, devolvió la ropa de Everett en perfecto estado.
Aunque White reconoce que la historia tiene tintes casi legendarios, incluso con ecos shakesperianos por el uso del disfraz y el cruce de identidades, también señala su importancia simbólica: representa el vínculo emocional de Diana con la comunidad gay y su búsqueda constante de un espacio donde sentirse verdaderamente ella misma.
En 2017, esta anécdota sirvió de inspiración para Royal Vauxhall, un musical escrito por Desmond O’Connor, que reflejaba no solo aquella noche mágica, sino también la lucha compartida por la princesa y muchos miembros del colectivo: la necesidad de un lugar donde ser auténticos. “A O’Connor le pareció un tema poderoso que unía la vida de Diana con las experiencias de la comunidad gay de Londres: ambos necesitaban lugares a los que acudir donde pudieran ser ellos mismos”, expresa ahora el autor de Dianaworld: An Obsession.
Pero esta no fue la única ocasión en que Lady Di se disfrazó para disfrutar de momentos de libertad. Durante su relación con el cirujano Hasnat Khan, entre 1995 y 1997, la princesa solía usar pelucas y gafas oscuras para evitar ser identificada. Uno de los lugares que frecuentaban era el legendario bar de jazz Ronnie Scott’s, en el Soho londinense. Allí, Diana entraba de incógnito, confiando en la tenue iluminación del local y su atuendo para no ser descubierta. Según Simon Cooke, director del club, “en el ambiente sombrío del club, nadie la notaba”.
Era un juego para sus hijos
En su libro Diana: Su último amor, la autora Kate Snell relata cómo la princesa llegó a acumular una colección de pelucas, adquiridas por su mayordomo en Selfridges, para poder visitar a Khan o simplemente dar un paseo sin ser seguida por los fotógrafos. Su amiga cercana, Simone Simmons, reveló que Diana incluso la acompañaba a tiendas benéficas del norte de Londres, disfrazada, mezclándose con total naturalidad entre los clientes.
“Una vez fui a visitarla y una persona me abrió la puerta, me acompañó por las escaleras hasta el pequeño salón, donde estaban Guillermo y Harry. Me dijo: ‘La princesa te verá ahora’, y los chicos no paraban de reír... y entonces dijo: «¡Te engañé!», reveló Simone Simmons en 2017 en el documental Diana: The Woman Inside.
Fuente: Infobae

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