
Este es el arsenal nuclear y militar de India y Pakistán ante una posible guerra
MUNDO Kindelán y Hugo Marugán Hugo Marugán*


El conflicto entre India y Pakistán, con sus idas y venidas desde la independencia del Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial, ha vuelto a escalar peligrosamente tras el atentado del 22 de abril en Cachemira, una región disputada entre ambos países desde hace más de siete décadas.


El ataque, que dejó 26 muertos, fue atribuido por Nueva Delhi a grupos terroristas con base en Pakistán, lo que llevó a la India a lanzar una ofensiva con misiles en territorio paquistaní en la madrugada del 7 de mayo. Según el Gobierno indio, el objetivo era destruir nueve supuestas bases terroristas, aunque Pakistán ha afirmado que se trata de un «acto de guerra» contra civiles y ha acordado responder.
Sea como fuere, esta escalada ha reactivado el temor de una confrontación abierta entre dos potencias que no solo comparten una de las fronteras más militarizadas del mundo, sino también arsenales nucleares desarrollados fuera del marco de los principales tratados internacionales de control de armas. Tanto India como Pakistán han sido históricamente reticentes a suscribir el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT) o el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, lo que deja sus capacidades fuera de cualquier verificación formal por parte de la comunidad internacional.
Por si fuera poco, ambos países han incrementado sus actividades militares desde el atentado. En la Línea de Control, que divide la región de Cachemira, se han intensificado los intercambios de disparos. Las Fuerzas Armadas paquistaníes han realizado ejercicios de preparación sobre el terreno, mientras que en India crece la presión política y mediática para ofrecer una respuesta firme que disuada futuras agresiones. Islamabad, por su parte, ha comenzado una ofensiva diplomática con aliados internacionales para contener la situación.
En términos de capacidades, India cuenta con una ventaja clara en fuerza militar convencional: posee más de 1,4 millones de efectivos activos, más de 4.000 tanques y una flota aérea de más de 2.000 aeronaves, incluyendo más de 500 aviones de combate. Pakistán, en comparación, dispone de 654.000 soldados, 2.627 tanques y cerca de 1.400 aeronaves. Esta asimetría ha llevado históricamente a Pakistán a invertir con más determinación en su capacidad nuclear como elemento compensador.
Ambos países cuentan con arsenales nucleares de tamaño similar. Según diversas estimaciones, la India tendría alrededor de 180 ojivas nucleares, mientras que Pakistán contaría con unas 170. Sin embargo, la doctrina que guía el uso de estas armas es diferente. India sostiene una política de «no primer uso» y se adhiere a una estrategia de disuasión mínima creíble. Esto significa que, en principio, solo recurriría a su arsenal atómico en caso de ser atacada primero. Además, India ha logrado desarrollar lo que se conoce como la «tríada nuclear»: la capacidad de lanzar armas nucleares desde tierra, aire y mar, incluyendo misiles balísticos lanzados desde submarinos como el Sagarika.
Pakistán, en cambio, mantiene una doctrina de disuasión que ha evolucionado hacia lo que llama «disuasión de espectro completo», lo que implica que podría recurrir al uso de armas nucleares incluso en respuesta a un ataque convencional si considera que su integridad territorial está en juego. Islamabad no ha hecho público un compromiso de renunciar al primer uso, y sus misiles nucleares —como los Shaheen de corto, medio y largo alcance, el Ababeel con capacidad MIRV (vehículos de reentrada múltiple) o el Babur, lanzado desde plataformas móviles o submarinas— están diseñados para una respuesta rápida y flexible.
La historia de sus programas nucleares es reflejo del clima de desconfianza mutua que se arrastra desde la independencia de ambos países en 1947. India desarrolló su bomba atómica tras la guerra con China en 1962, y en 1974 realizó su primer ensayo nuclear en Pokhran, bajo el nombre de «Buddha sonriente». Pakistán aceleró su desarrollo nuclear tras la derrota en la guerra de 1971, con la famosa declaración de Zulfikar Ali Bhutto de que, si era necesario, su país «comería pasto, pero construiría la bomba». Con ayuda encubierta de científicos como Abdul Qadeer Khan y el respaldo técnico de China, Pakistán realizó sus primeros ensayos en 1998 en Ras Koh, días después de que India realizara los suyos.
Hoy, esa rivalidad atómica se mantiene viva, con arsenales modernos y estratégicamente integrados en sus doctrinas militares. Ambos gobiernos insisten en que las armas nucleares tienen un propósito disuasorio, pero el riesgo real no es necesariamente una guerra nuclear planificada, sino una escalada no controlada de un conflicto convencional. Un atentado, un mal cálculo, una represalia desmedida o una falla de inteligencia pueden desencadenar una respuesta que cruce líneas peligrosas.
*Para El Debate






Habemus papam: Robert Prevost. Leon XIV, cardenal de Estados Unidos y de ascendencia española




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