Lo que deciden las urnas en Ecuador: seguridad, economía y la huella de Trump

MUNDO Daniela Brik*
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La candidata de izquierdas, Luisa González y el presidente y candidato Daniel NoboaDavid Díaz

Este domingo, los ecuatorianos enfrentan una de las elecciones más cruciales de su historia reciente. Con el presidente Daniel Noboa como principal favorito, el país andino vive un contexto marcado por la persistente inseguridad, una economía en recesión y el empleo lastrado por la informalidad. A estas preocupaciones internas se suman nuevas realidades, como el retorno de migrantes en situación ilegal desde Estados Unidos y una cuestión que podría redefinir la política exterior: ¿Qué papel jugará la influencia de Donald Trump, dependiendo de quién gane las elecciones? Las urnas decidirán no sólo el rumbo de Ecuador, sino también el impacto de las dinámicas regionales y globales en su futuro.

En un ambiente de creciente polarización política y social, el actual presidente y aspirante por el Movimiento Acción Democrática Nacional (ADN), Daniel Noboa, es uno de los grandes favoritos para pasar a la segunda vuelta junto a Luisa González, de la Revolución Ciudadana (RC). Aunque Noboa parte con ventaja, según las encuestas, su camino hacia la reelección está lleno de desafíos que podrían definir cómo se posiciona el país frente a las tensiones ideológicas entre derecha e izquierda que atraviesan Hispanoamérica.

Elegido en las anteriores elecciones extraordinarias de 2023 para completar el período 2021-2025 que no culminó su antecesor, Guillermo Lasso, Noboa busca revalidar su mandato frente a otros quince candidatos, destacando como principal adversaria la candidata correísta González.

Noboa: entre el pragmatismo económico y la mano dura
 
Desde su llegada a la presidencia a finales de 2023, Daniel Noboa ha adoptado un enfoque pragmático hacia la economía, buscando reactivar el país a través de la inversión privada y la apertura de mercados. Su discurso se ha centrado en la necesidad de atraer inversión extranjera, un enfoque liberal y pro-empresarial. Sin embargo, su administración ha tenido que lidiar con varios retos, entre ellos, la violencia criminal que alcanzó su segundo registro histórico en 2024.

Ante este fenómeno desatado por grupos vinculados al narcotráfico, Noboa declaró a inicios de 2024 el «conflicto armado interno» y adoptó una estrategia de militarización, con el objetivo de frenar el avance de las organizaciones criminales. Pero, pesar de algunos avances, la inseguridad sigue siendo un desafío central para el país.

En paralelo, la economía de Ecuador sufrió una contracción del 0,4 % el año pasado, con el desempleo como una de las principales preocupaciones, especialmente en las zonas costeras y fronterizas, donde los pequeños comercios han cerrado debido a las extorsiones de las bandas. Además, Ecuador vivió una crisis energética sin precedentes que golpeó de lleno a sectores clave como la manufactura y el comercio.

Perfil controvertido en un contexto regional polarizado
La figura de Noboa no ha estado exenta de controversia. Ha mantenido una relación opaca con la vicepresidenta Verónica Abad, quien lo acusó de hostigamiento, y ha protagonizado escándalos mediáticos por su comportamiento, presuntamente bajo estado de embriaguez, en visitas oficiales a España e Italia. A pesar de esto, mantiene una sólida base de apoyo entre sectores empresariales y la élite económica. Su mensaje sigue apelando a la necesidad de mantener la apertura económica frente a las políticas intervencionistas propuestas por González.

La polarización política en Ecuador es solo un reflejo de la situación en Hispanoamérica, donde la mayoría de los gobiernos son de izquierda, aunque los países donde los dirigentes son de derecha acaparan titulares. Ejemplos como el de Javier Milei en Argentina o Nayib Bukele en El Salvador son conocidos en el contexto regional, al que se suma un discreto Santiago Peña en Paraguay.

En contraposición, gobiernos como los de Claudia Sheinbaum en México, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile son la cara visible de la izquierda, sin contar con regímenes totalitarios como el de Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua o Miguel Díaz Canel en Cuba.

En Ecuador, Luisa González representa la continuidad del correísmo, del que hereda un enfoque más intervencionista en la economía, el alejamiento de EE.UU. e intereses comerciales y de inversión con China. Por su parte, Noboa se postula como referente de la derecha tradicional, defendiendo el libre mercado y el fortalecimiento de relaciones con organismos multilaterales.

Santiago Basabe, politólogo y docente de la Universidad San Francisco de Quito, explica que «con Estados Unidos, Noboa podría tener una relación más cercana debido a su afinidad ideológica. González, en cambio, tendría una relación más distante, como lo hizo la Revolución Ciudadana en el pasado».

La influencia de Trump y la relación de Ecuador con EE.UU.
La reelección de Donald Trump ha sacudido el tablero mundial, especialmente en Hispanoamérica, donde su política de mano dura frente a la inmigración y la seguridad para combatir el narcotráfico ha tenido un impacto directo. Aunque Noboa no sigue una agenda explícita respecto al presidente norteamericano, su campaña se ha encontrado con decisiones que han alterado la región y con las que puede resultar difícil bregar sin que se te vuelvan en contra.

Así, en respuesta al endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses, Noboa anunció que otorgará un bono de 470 dólares mensuales durante tres meses a los ecuatorianos deportados desde EE.UU.

La presencia de Noboa en la primera fila durante la toma de posesión de Trump simboliza una relación cercana con el nuevo gobierno republicano, alineado con otros líderes latinoamericanos en la égida del trumpismo. Sin embargo, esta cercanía no asegura trato preferencial: la administración estadounidense sigue deportando migrantes ecuatorianos y podría echar por tierra un acuerdo comercial con el que Quito lleva años aspirando a entrar en el mercado estadounidense con un trato preferencial.

A nivel comercial, Ecuador ha impuesto un arancel del 27 % a los productos importados desde México, precisamente en respuesta a la paralización de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre las dos naciones que abriría la puerta a que el país andino integrase la Alianza del Pacífico que aglutina a Chile, Colombia, México y Perú.

En línea con los argumentos que suele emplear Donald Trump, Noboa justificó la subida del arancel en que el actual intercambio comercial no petrolero con México supone un «abuso» para Ecuador, que registra un déficit comercial negativo.

Más allá del eje ideológico, Hispanoamérica se enfrenta al reto de adaptarse a un Trump impredecible, cuyas políticas pueden desestabilizar frágiles economías con medidas como los aranceles o deportaciones. Sin embargo, países como Ecuador también tienen la oportunidad de sacar provecho de esta sintonía —si es que gana Noboa—, siempre que logren posicionarse estratégicamente ante el flamante inquilino de la Casa Blanca.

*Para El Debate

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