El embiste de Trump y las reacciones de la izquierda mexicana y bolivariana
EE.UU Bernardo Graue Toussaint*Existe una frase que siempre me ha causado simpatía: «El que avisa no es traidor». En el caso de Donald Trump, éste refrán se aplica a la perfección. Él advirtió -con suficiente antelación- qué era lo que pensaba y lo que iba a realizar al comenzar su nueva administración… y lo ha hecho.
Lo anterior no quiere decir que el suscrito esté de acuerdo o en contra de las medidas y acciones del presidente norteamericano. Muchas locuras del presidente Trump son absurdas e inaceptables, como su pretensión de cambiar el nombre al Golfo de México. Simple y llanamente quiero aclarar que el presidente norteamericano es un personaje muy previsible y que sabíamos cuáles serían los pasos que iba a tomar.
Esta semana vimos la decisión de Gustavo Petro (ex guerrillero y actual presidente de Colombia) de impedir el aterrizaje de dos aviones militares de EE.UU. con colombianos deportados, por considerar como violatorias las condiciones de traslado de sus conciudadanos. Dicha determinación fue aplaudida hasta el hartazgo por diversos liderazgos de la izquierda hispanoamericana y bolivariana, entre ellos, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Miguel Díaz-Canel y la presidente Claudia Sheinbaum, así como por la prensa izquierdista y bolivariana, quienes calificaron la reacción colombiana como un acto de «heroísmo soberanista» frente al poderío norteamericano.
El presidente colombiano tuvo que recular y tragarse sus propias palabras ante las inmediatas y severas sanciones arancelarias, económicas y migratorias que el presidente Trump anunció contra Colombia. El ridículo del presidente Petro fue absoluto.
Por el lado de México y ante el embate retórico y acciones concretas del presidente Trump, Sheinbaum lleva varias semanas con un discurso ramplón, nacionalista y soberanista verdaderamente absurdo, que ponen en entredicho su capacidad de reacción frente al hombre que ocupa el salón oval de la Casa Blanca.
Sheinbaum dedica sus diarias conferencias de prensa mañaneras a la exaltación nacionalista dirigida a su clientela política y mediática, en un permanente «llamado a la Unidad Nacional» (muy al estilo cubano) frente a las amenazas de Trump y a argumentar que «esperará a que se asiente el gobierno del presidente Trump» para establecer los mecanismos de diálogo necesarios entre ambas naciones. Mientras Sheinbaum habla, miles de mexicanos son expulsados de los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, México vive una escalada de violencia brutal (83 homicidios cada día) por parte del crimen organizado (principalmente en Sinaloa, tierra de los narcotraficantes Joaquín 'el Chapo' Guzmán y de Ismael 'el Mayo' Zambada. Ante ello, las protestas sociales, los analistas políticos y los medios de información señalan al gobernador Rubén Rocha como protector o socio de esos grupos criminales. Sheinbaum ha brindado abiertamente su apoyo a ese «narcogobernador» y ha insistido en que «Trump debe dar explicaciones sobre cómo se realizó la sustracción y traslado a EE.UU. del 'Mayo' Zambada el 25 de julio de 2024».
Obviamente la justicia norteamericana no atenderá esa envalentonada exigencia de la presidente de México por motivos de seguridad nacional, dado que la administración Trump está decidida a enfrentar con todo el tráfico de fentanilo que ha causado la muerte de más de 200 mil estadounidenses. Este fin de semana la amenaza de aplicar severos aranceles a México y a Canadá se hizo realidad, toda vez que no se observan acciones contundentes contra la inmigración ilegal y el trasiego de drogas.
Mientras Claudia Sheinbaum y los mandatarios de izquierda de Cuba, Nicaragua, Colombia o Venezuela practican permanentemente su populismo empobrecedor y su cómplice alianza con el crimen organizado, el gobierno norteamericano tomará las medidas que crea oportunas. Nos guste o no, Trump lo hará. Eso es seguro y sabido.
Llama la atención que la semana pasada el gobernador de Florida, Ron DeSantis, propusiera legislar a fin de restringir el envío de remesas a México si la persona no acredita su estancia legal en los Estados Unidos. Una medida de esa naturaleza -de ser aprobada- sería un muy duro revés para la economía de México (con envíos de aproximadamente 62 mil millones de dólares anuales) y para buena parte de su sociedad que viven en la pobreza y que dependen de dichos recursos.
Además del enorme margen legal de Trump para llevar a cabo sus propuestas políticas, económicas, migratorias y de seguridad nacional, no hay que olvidar el disfrute de Donald Trump con su poder de intimidación. El presidente de los Estados Unidos goza del poderío verbal de sus amenazas y, hoy por hoy, goza mucho más sabiendo que puede ejercer un poder mucho más amplio que el que tuvo en su primera administración. En la actualidad Trump está llevando a la práctica lo dicho en su campaña electoral. En ese entonces Trump presumió el músculo y ahora lo utiliza en acciones concretas. Él buscará que EE.UU. gane. Los gobiernos populistas de la izquierda hispanoamericana perderán y mucho. Nadie podrá argumentar que desconocía lo que podría suceder. Trump advirtió reiteradamente sus intenciones. «El que avisa no es traidor» .
*Para El Debate