La guerra en el Líbano y las negociaciones con Hamás para liberar a los rehenes dividen a la sociedad israelí

ISRAEL Andrea Polidura*
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Más de cuatrocientos días después de la masacre de Hamás contra el sur de Israel, en la que miles de milicianos de la organización terrorista asesinaron a sangre fría a más de 1.200 personas, tomaron como rehenes a 250 y que precipitó la actual guerra en la franja de Gaza y, desde el pasado 1 de octubre, la incursión militar sobre el sur del Líbano, la sociedad israelí se encuentra profundamente divida. Según una última encuesta hecha pública por el Instituto para la Democracia de Israel este domingo, el 56 % de los encuestados piensa que el Estado judío debería flexibilizar su postura en las negociaciones con Hamás para conseguir un acuerdo que permita la liberación de los rehenes.

De estos datos se extrae que casi la mitad de la sociedad —el 44 %— apuesta por que el Gobierno de Benjamin Netanyahu no ceda a las exigencias de Hamás y mantenga la campaña militar en el enclave como método de presión para obligar a la organización islamista, ya de por sí debilitada desde la muerte en un ataque israelí el pasado mes de septiembre de su líder Yahya Sinwar, a aceptar sus términos. Sin embargo, en esta ocasión parece que las conversaciones para alcanzar una tregua en la Franja han llegado a un punto de no retorno tras anunciar este sábado Qatar —país mediador junto a Estados Unidos y Egipto— que se retiraba de las conversaciones ante la falta de voluntad para llegar a un acuerdo.

Hamás mantiene cautivos en Gaza a 101 israelíes, 35 de ellos han sido declarados muertos por las autoridades hebreas. Este fin de semana, cuando se cumplían 400 días de la guerra en el enclave, miles de personas se echaron a las calles en las principales ciudades de Israel para exigir a Netanyahu un acuerdo sobre los rehenes. Los manifestantes portaban grandes carteles donde se podía leer «¿Por qué siguen en Gaza? 400 días» o «400 días: la vergüenza de Netanyahu». Se trató, además, de la primera gran concentración tras la destitución del ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, el único dentro del Ejecutivo que apostaba por las negociaciones con Hamás.


 
 
 
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El primer ministro israelí argumentó que tomó la decisión de apartar a Gallant por falta de «confianza» y explicó que existían «diferencias graves respecto a la gestión de la campaña». Una vez destituido, el exministro de Defensa, sin pelos en la lengua, aseguró, durante un encuentro con familiares de los secuestrados la semana pasada, que ya «no queda nada que hacer en Gaza. Los grandes objetivos han sido alcanzados» y acusó a Netanyahu de mantener al Ejército en la Franja «sin razón». Las tensiones dentro del Gobierno hebreo se reflejan en la calle.

Los israelíes también están divididos sobre cómo debe afrontarse el conflicto en el Líbano. La encuesta realizada por el Instituto para la Democracia de Israel muestra que la mayoría de los encuestados judíos (54 %) apoya la continuación de los combates, mientras que una minoría —aunque considerable (38 %)— apoya alcanzar un acuerdo diplomático. Por el contrario, una abrumadora mayoría de árabes (88 %) está a favor de buscar una solución diplomática, mientras que solo una pequeña parte (6,5 %) opta por seguir con la campaña bélica. Ante la posibilidad de que los evacuados del norte de Israel —se calcula que unas 60.000 personas— puedan volver a sus hogares, el 40 % de los encuestados cree que pasará al menos medio año antes de que puedan regresar, mientras que el 44,5 % piensa que podrán volver en los próximos seis meses.

A la pregunta de «¿Quién debería tener el control militar del sur del Líbano después de la guerra?», un tercio de los encuestados (34,5 %) considera que una fuerza militar multinacional debería controlar el sur del Líbano, alrededor de una cuarta parte (27 %) que el control debería recaer sobre el Ejército libanés y otra cuarta parte (26 %) que Israel debería mantener el control militar permanente del sur del Líbano. Sin embargo, nuevamente, existe una diferencia sustancial en esta cuestión entre judíos y árabes: la mayoría de los árabes (55 %) está a favor de que el Ejército libanés tenga el control una vez se pongan fin a los combates, mientras que la mayor parte de los judíos (aunque no la mayoría, con un 37,5 %) preferiría una fuerza militar multinacional.

En términos generales, el estudio señala que la sociedad israelí muestra un mayor optimismo sobre el futuro de la seguridad de su país (47,5 %), que relacionan a los éxitos de la campaña militar israelí en el Líbano y Gaza, con la eliminación, además de Sinwar en la Franja, del líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, y otros altos mandos de la milicia chií libanesa, y el leve impacto del ataque iraní con más de 200 misiles balísticos contra Israel el pasado 1 de octubre. Más de un año después del peor atentado contra el Estado judío en su historia y que unió a una sociedad dividida, las diferencias sobre cómo afrontar el conflicto han vuelto a generar grandes fisuras en la sociedad.

*Para El Debate

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