Putin diseña nueva ruta comercial para blindar su economía frente a Occidente

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En su intento por fingir que la guerra con Ucrania no lo debilita, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, destinará 70.000 millones de dólares en la construcción de rutas de transporte, con el fin de conectar al país con socios comerciales en Asia y el Medio Oriente. Para lograr esto ya hay sobre la mesa una negociación con Irán, que será uno de los grandes beneficiarios de estas vías comerciales para aumentar los volúmenes de carga, en conjunto con China y la India.

¿Cómo se hará esta distribución millonaria de fondos? Las vías que van hacia el Medio Oriente y el norte de Rusia recibirán la mayor parte. Sin embargo, una suma menor se destinará al Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur (INSTC), un proyecto diseñado para conectar a Rusia con el Océano Índico a través de Irán.

Teherán está de acuerdo con los planes de Moscú que representan un giro en los intereses de Putin. Si bien el mandatario esquivó la negociación de una infraestructura bilateral con el régimen iraní —que ahora lidera Masoud Pezeshkian— debido a sus intenciones de priorizar el comercio con Europa, actualmente la situación cambió.

La puesta en marcha es un hecho. Azerbaiyán, Kazajistán y Uzbekistán están mejorando la infraestructura ferroviaria y vial doméstica para ayudar al INSTC, aunque Rusia e Irán siguen siendo los principales financiadores del corredor. En 2022, representaron el 68 % de la inversión en la ruta, e Irán, que actualmente presenta serios problemas de liquidez, depende de los préstamos rusos para su parte.

También China, al igual que la India, forma parte del plan del presidente ruso para apartar de sus finanzas a Occidente. Según un reporte de The Economist, la infraestructura deficiente en el este de Rusia, producto de las sanciones y la guerra, limita las exportaciones a Asia. Por lo tanto, este contexto lo condujo a invertir en “conexiones con países más amigables”.

De esa forma, Putin estima mejorar el periplo de sus mercancías por los puertos del Mar Negro y el Báltico, así como por el Canal de Suez. “Los rusos temen que se produzcan bloqueos a lo largo de la ruta, y que la influencia de la OTAN sobre arterias cruciales, como el Bósforo, pueda permitir restricciones adicionales”, indica el sitio web.

Estrategias llenas de ambiciones a la vista
A Putin lo entusiasma el aumento de la demanda china de petróleo ruso, que alcanzó un récord de 240.000 millones de dólares el año pasado. Con la cifra representando un alza de dos tercios en comparación con 2021, Rusia apunta a un crecimiento de los volúmenes de carga en la Ruta del Mar del Norte. Esta vía marítima corre a lo largo de su costa ártica hasta el este de China. Por allí pretende incrementar el transporte desde 36 millones a 200 millones de toneladas para 2030.

Ya contar con el primer puente ferroviario sobre el río Amur —la frontera natural de Rusia con China desde 2022— le potencia sus ambiciones. Además, lo presiona el gasto que ha hecho el Kremlin de más de 200.000 millones de dólares en la invasión a Ucrania, que es un equivalente al 10 % del PIB. A esta cifra se suma el incremento de 67,65 % su gasto militar este año con respecto a 2023.

Pasar de 6,5 billones de rublos (66.730 millones de dólares) a 10,8 billones de rublos (111.870 millones de dólares) para mantener su embestida bélica en contra de Ucrania comienza a pesar, más cuando para los siguientes dos ejercicios, 2025 y 2026, el ministerio de Finanzas ruso proyecta 8,6 billones de rublos (88.800 millones de dólares) y 7,5 billones de rublos (77.210 millones de dólares), respectivamente.

La salvación
La necesidad de más recursos presiona por la consolidación del INSTC después de financiar el ferrocarril iraní Rasht-Astara, un tramo faltante de 162 kilómetros de la rama occidental del corredor, es el foco porque “diversificará significativamente los flujos de tráfico globales” .

Transformar a Irán en una salida para los productos rusos que se dirigen a Oriente Medio, Asia es una parte de la meta cuando India luce como la guinda de sus planes, al prever que su demanda de carbón y petróleo se mantenga fuerte hasta al menos 2030.

Fuente: PanamPost

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