Las claves de Marine Le Pen, ¿un peligro de extrema derecha o la salvación de Francia?

MUNDO - FRANCIA José Luis Orella*
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La consolidación de Agrupamiento Nacional (RN) en Francia como una opción política más del sistema republicano galo, ha sido lograda después de recorrer una larga travesía en el desierto. En la actualidad es difícil calificarlo simplemente como un partido de extrema derecha; bajo el liderazgo de Marine Le Pen se ha logrado transformar en un movimiento aglutinador de sinergias y voluntades de múltiples sensibilidades, convirtiéndose en una formación política representativa de la era postindustrial, y que ha logrado una transversalidad que rompe la vieja diferencia entre derechas e izquierdas.

A pesar de la oposición del frente republicano anti-Le Pen, del presidente Macron y del viejo comunista caviar Jean-Luc Mélenchon para evitar la intromisión de un partido al que no dudaban de calificar abiertamente de extremista de derechas.

No cabe duda de que en el día de hoy Agrupamiento Nacional, el mismo que durante casi 50 años era considerado y tratado como un demonio apestado por sus adversarios, ha logrado romper el cerco social que existía sobre él. También es innegable que el viejo Frente Nacional ha evolucionado desde esa extrema derecha excluyente en origen a representar a una nueva y postmoderna derecha social, convirtiéndose en una alternativa política de gobierno.

 
Marine, la hija de Jean Marie Le Pen, posee una larga experiencia política desde el 2002 cuando fue nombrada por su padre como su portavoz. Desde el 2009, la joven divorciada ha tenido la responsabilidad de conducir la formación política y de expulsar a su padre, fundador y presidente honorario de la misma.

Sin embargo, ella se encuentra mucho más cerca del ciudadano corriente francés que cualquier otro candidato procedente de las elites y ajeno a los problemas reales de la sociedad. La presencia de Marine Le Pen, también ha significado un aumento del voto femenino, reticente a prestarle su voto a su padre, pero ahora la defensa del papel de la mujer en la sociedad, y su propia situación personal, de madre divorciada, le hace llegar a la problemática de muchas mujeres en situación desestructurada. Si su padre buscó el apoyo de colectivos marginados de la sociedad dominante, marine ha ido penetrando en la sociedad gala del presente identificándose con ella.

El descontento de las clases medias que ya no se sienten representadas por los partidos del llamado centroderecha defensores de un capitalismo globalizado, y el sentimiento de abandono de las clases más populares que asisten atónitas a la transformación de los partidos del centroizquierda que pasan a defender un capitalismo atemperado y los supuestos derechos de colectivos LGTBI.

El obrero, joven desempleado, o que trabaja en precario y vive en pequeñas localidades del norte o del sureste francés, se ha convertido en el votante base de AN. Una víctima que culpabiliza al sistema por el hundimiento de su sociedad, y busca con ahínco en un discurso soberanista un Estado de bienestar.

En 2006, Marine Le Pen publicó su libro, A contre flots, donde adelantó las líneas principales de lo que será su proyecto político. Es una crítica social contra un liberalismo económico y globalizado, postulando una reivindicación del trabajador asalariado, y una elevación de su nivel de vida. Defiende y asume la defensa de los derechos humanos y de los valores de la República, como hijos de la cultura judía, helénica, cristiana y laica. Se opone a los criterios de compartimentación en comunidades: católicos, judíos, musulmanes, homosexuales, heterosexuales, hombres, mujeres. Todos son franceses, con independencia de su origen.

Por esta cuestión, fomenta los valores republicanos propios de una sociedad laica como la francesa, y critica la cultura musulmana, por no adaptarse a la nueva realidad social gala. El trato a la mujer y la vestimenta propia de su lugar de origen no los considera compatibles con vivir en suelo francés, ello favorece la fragmentación social y la marginación. Abre el partido a todos, subrayando la condición común de ser franceses, y de que la República habla de ciudadanos, y no de comunidades de individuos. En definitiva la reivindicación del Estado Nación como gerente eficaz, garante del bienestar, al servicio de la comunidad nacional, de la laicidad y de las libertades.

*Para El Debate

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