Bruselas teme que la ultraderecha francesa paralice la toma de decisiones en la UE

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Las alarmas saltaron en Bruselas cuando el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN) se erigió en los comicios europeos como la primera fuerza en Francia el pasado 9 de junio. El partido de Marine Le Pen, liderado por Jordan Bardella, arrasó en las urnas con casi el doble de votos que su máximo competidor, Emmanuel Macron.

En una maniobra desesperada, el presidente francés se apresuró a convocar elecciones, confiando en revertir aquella debacle electoral, que no ha hecho más que aumentar la preocupación una vez visto el escrutinio que dejó la primera vuelta del pasado 30 de junio. Ahora que la extrema derecha está más cerca que nunca de gobernar en Francia, en Bruselas temen que un partido antieuropeísta en un país considerado como uno de los motores de la Unión Europea comprometa seriamente el progreso del bloque hacia una autonomía estratégica.

La UE reunió a sus líderes el pasado 27 de junio para marcar la hoja de ruta de cara a 2029 en un documento que marcó como objetivos prioritarios la creación de un proyecto de Defensa común, la ampliación del bloque y el apoyo incondicional a Ucrania, además de la transición ecológica hacia las cero emisiones.

“Francia es absolutamente condicionante en las decisiones de la UE. El escenario es sumamente preocupante”, advierte en una conversación telefónica con Infobae España Juan Fernando López, eurodiputado de los Socialistas Europeos y presidente de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior.

Agrupación Nacional, el nuevo nombre con el que fue bautizado el antiguo Frente Nacional, ha irrumpido por todo lo alto a través de un discurso edulcorado y una imagen renovada con los que ha logrado no ser percibido como una amenaza ni para Francia ni para Europa, como sí lo era bajo la dirección de Jean-Marie Le Pen. No obstante, hay que recordar que su programa europeo pasa por desmantelar las relaciones con la UE.

Si las directrices europeas empujan a los estados hacia la transición a las energías renovables, Agrupación Nacional se compromete a beneficiar fiscalmente a los combustibles fósiles; si los líderes de la UE acuerdan aumentar el apoyo militar y económico a Ucrania, este partido asegura que no enviará armamento para atacar a Rusia. “Estos partidos explotan el miedo frente a los chivos expiatorios. Para ellos, la migración, el feminismo o la Agenda 2030″, señala López.

Hungría y Polonia ya han demostrado lo que es ser una piedra en el camino del bloque comunitario. El primero, dirigido desde 2010 por el primer ministro Viktor Orbán, ha sido el país que más ha bloqueado las decisiones de Bruselas. Lo hizo con el reparto migratorio, el presupuesto de la UE o la ayuda económica a Ucrania, sin olvidar la deriva antidemocrática en el propio país. Este año, el país del este europeo presidirá el Consejo de la Unión Europea, la institución que representa a los Veintisiete. El gobierno ultraconservador ha asumido el rol de mediador con voluntad de “cooperación sincera”, pero en Bruselas se mantienen cautos.

El cordón sanitario, muy tocado en Europa
En la Eurocámara consiguieron salvar los muebles gracias a la suma de las tres grandes familias europeas, pero el diagnóstico de las urnas reflejó una clara -y en aumento- pérdida de la confianza en las fuerzas tradicionales. Por eso en Bruselas temen que llegue un año en el que las cuentas no salgan.

“Escucho celebrar que hemos vencido a la extrema derecha en el Parlamento una vez más gracias al cordón sanitario entre las fuerzas europeístas, pero yo pienso que ya no basta con eso. El discurso de la extrema derecha es una amenaza que existe desde hace mucho tiempo”, lamenta López, que asegura que el discurso del odio ya ha permeado en los estados fundadores de la UE, donde se sitúan como primeras fuerzas en Países Bajos, Francia e incluso Alemania.

La suma entre democristianos, socialdemócratas y liberales -y un probable sí de los Verdes- permiten resistir a una mayoría de las familias europeas a las que pertenecen los Meloni, Le Pen o Wilders. Pero esta estabilidad, en algunos puntos de discrepancia, puede hacer recaer la mayoría en los extremismos.

Fuente: Infobae

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