Las 16 cosas que los ciudadanos pueden hacer para unir a EEUU

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Los estadounidenses están enfadados y divididos, quizá más que en ningún otro momento desde la Guerra Civil. Mantener opiniones firmes, especialmente en defensa de la verdad, no es ningún vicio. Pero ser incapaces de superar nuestras diferencias y resolverlas pacíficamente tampoco es una virtud. He aquí mi lista de “cosas que hacer” si quieres ser parte de la solución en lugar del problema.

Elige a alguien con quien no estés de acuerdo e inicia un diálogo. Hazte amigo aunque ninguno de los dos cambie de opinión.

Busca puntos en común, evita los epítetos y presume de la buena voluntad de los demás a menos que sus acciones sugieran lo contrario.

Acepte a Estados Unidos como un producto imperfecto e inacabado, cuyo futuro depende del respeto a los principios que lo hicieron libre y excepcional. Ningún país está libre de defectos, y pocos países en la historia del mundo han logrado tanto por la vida y la libertad como Estados Unidos.

Piénsatelo dos veces antes de utilizar tus conexiones e influencias políticas para conseguir algo que no puedes obtener voluntariamente de otros en el mercado. El amiguismo disminuye el respeto tanto por ti como por el sistema de libre empresa que corrompe.

Juzga a cada individuo por “el contenido de su carácter” y el mérito de sus acciones, no por el grupo al que fue asignado por nacimiento, origen, fe, color o política.

Eleva la importancia del carácter personal en tu vida. Ninguna sociedad puede prosperar si denigra virtudes como la honradez, la humildad, la paciencia, la responsabilidad, la tolerancia, el valor, la gratitud, la autodisciplina y el respeto por la vida, los derechos, la propiedad y las decisiones de los demás.

Elige la libertad frente al poder, la persuasión frente a la fuerza. Encuentra formas de dejar un mundo no sólo mejor, sino también más libre, porque la vida sin libertad es impensable e invivible.

Vive tu vida como si la política no fuera más que un rincón de ella, no como si te consumiera. Reconoce el valor incalculable de las familias intactas, de las asociaciones vibrantes y voluntarias, del compromiso comunitario, de las relaciones afectivas y de las instituciones creadas y sostenidas fuera del ámbito divisivo de la política.

Pregúntate cada día: “¿Soy lo bastante bueno para la libertad?“. Luego dedícate a superarte si no puedes responder honestamente “sí”. Reformar el mundo empieza por reformarse uno mismo.

Defiende la libertad de expresión de todas las personas. Si te sorprendes a ti mismo intentando intimidar, acallar o atemorizar a los demás hasta la sumisión, deshazte de ello antes de que el impulso te convierta en un monstruo antisocial. “No anules a nadie, salvo a quienes insisten en anular a los demás.
Venera la verdad y su búsqueda honesta. Nunca dejes que la verdad se oscurezca o se destruya afirmando que no importa o que no es más que un capricho subjetivo del momento. No existe “la verdad de él” o “la verdad de ella”, sólo “la verdad”.

Busca la diversidad de opiniones. Las mentes que intentan estigmatizar o cerrar las mentes de los demás, o que pretenden que el color, el sexo y la religión son lo único que importa, son enemigas de la “diversidad” que más importa.

Ama la paz más de lo que amas la fuerza, el conflicto, la compulsión y la intolerancia. Trabaja por una sociedad en la que los individuos elijan hacer el bien porque quieren, no porque se les obligue.
Rechaza el nihilismo, el cinismo y el pesimismo. Las personas de buena voluntad y carácter pueden mejorar el futuro. Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para empezar.
Aprende de la historia, no la reescribas. Las lecciones del pasado pueden hacernos mejores personas en el futuro. No te retuerzas por una vieja estatua. No permitas que el veneno del “presentismo” corrompa tu perspectiva.

Celebra lo “poco común”. Es con los “no comunes” con quienes tenemos la mayor deuda: los que dicen la verdad al poder, inventan e innovan, convierten el fracaso en éxito y añaden valor a la sociedad. Nadie debe animar a un niño, por ejemplo, a aspirar a nada más que a lo “común”. Hay que respetar y animar a los excepcionales.
El exsenador estadounidense por Maine, George Mitchell, dijo una vez: “Creo que no existen los conflictos a los que no se pueda poner fin. Son creados y sostenidos por seres humanos. Los seres humanos pueden ponerles fin. Por muy antiguo que sea el conflicto, por muy odioso, por muy hiriente que sea, la paz puede prevalecer”.

Espero que tenga razón. Pero en cualquier caso, ninguna paz de ningún tipo puede prevalecer mientras alimentemos el conflicto en nuestro interior y entre nosotros mismos. Ninguna paz de ningún tipo puede imponerse durante mucho tiempo desde fuera hacia dentro. Debe comenzar en el interior, como una cuestión de conciencia, un individuo consciente a la vez, y luego crecer hacia el exterior en un curso de acción.

Estas 16 sugerencias constituyen una línea de acción que cada lector debe considerar.

Fuente: PanamPost

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