Gustavo Petro lleva a Colombia al default

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El ministro de Hacienda de Colombia, Ricardo Bonilla, anunció que el país no tiene los recursos suficientes para atender el servicio de la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Dicho de una manera más sofisticada, Colombia va a entrar en default. No es el primer anuncio que hace Bonilla en este sentido, previamente, había reconocido la incapacidad del Estado colombiano, también, para pagar sus obligaciones locales.

El manejo ortodoxo de las finanzas públicas colombianas, después de la hiperinflación de la guerra civil de los Mil Días, le había permitido a Colombia sobrevivir a todas las crisis internacionales, incluida la crisis de la deuda externa hispanoamericana y la crisis de la cuarentena obligatoria decretada por una oenegé.

Sin embargo, desde la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño, las finanzas públicas colombianas parecen estar a la deriva y cercanas a la quiebra, a pesar de haber aumentado los impuestos de manera exponencial, en una reforma tributaria que ha sido la única reforma que le han aprobado a Petro en el Congreso y a pesar que el exdirector de la Dirección Nacional de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), un tiktoker que le dicen Mr. Bean, por su extraordinario parecido con el personaje del actor Rowan Atkinson, dijo que había aumentado el recaudo de los tributos.

El gasto público inútil, aunque suene a redundancia, aumentó, no solo por el mayor número de burócratas que se contratan todos los días, sino por los incrementos estratosféricos en los salarios de todos los burócratas. A eso se le suma que se volvió constante, cometer “errores” al momento de pagar las jugosas dietas, haciendo pagos repetidos, es decir, a los burócratas les pagan tres meses por anticipado de sueldo y, en otros casos, por error, le dan multimillonarias bonificaciones.

Se han abierto sedes diplomáticas en países africanos, para satisfacer el capricho de la señora vicepresidente y de su novio, al igual que se volvió a abrir la representación diplomática de Colombia ante la oenegé FAO, por solicitud expresa de Armando Benedetti para que, en caso de ser requerido por la justicia colombiana cuando se le acabe la inmunidad diplomática, pueda quedarse en Italia, por tener, también, la nacionalidad italiana.

Los cientos de entes estatales, no tienen recursos porque los que les fueron asignados, fueron usados para sobornar a los congresistas colombianos a cambio de que les aprueben las reformas y las leyes presentadas por el alto gobierno. Otros usan los recursos públicos para viajar al Vaticano a saludar al papa Francisco, en una interminable romería que, al parecer, algunos aprovechan para ir a consultar el saldo de su cuenta en el Istituto per le Opere di Religione (IOR).

Colombia no pudo realizar los Juegos Panamericanos porque no tuvo la capacidad para pagar a los organizadores los gastos propios del evento. Las empresas prestadoras de salud se están quebrando porque el Estado no ha tenido la capacidad para devolverles los recursos por los servicios prestados. Las obras públicas no se pueden realizar porque el Estado no tiene los recursos y los particulares deben realizar colectas para poder terminarlas.

Las universidades privadas, deben hacer malabares con su flujo de caja porque el Estado dejó de pagar lo correspondiente a las matrículas de los jóvenes beneficiarios de los programas del gobierno que premian a los mejores estudiantes. Y las universidades públicas realizaron despidos masivos y terminaron con los contratos de miles de burócratas académicos por falta de dinero.

El Estado, sin plata, debió empezar a entregar los activos que les quitaron a los mafiosos a los grupos sociales que votaron por Gustavo Petro a cambio de dinero que les iba a regalar que, cómo no lo tiene, tuvo que hacer pagos en especie. En Medellín, le va a entregar un hotel a los miembros del grupo terrorista La Primera Línea.

La causa, obvia, de esta falta de liquidez estatal, es la enorme corrupción que arrasó con el presupuesto nacional que, dicho sea de paso, es el presupuesto más alto, en términos nominales, de toda la historia republicana de Colombia.

A lo anterior se le suma, la prohibición expresa de producir bienes y servicios, hecha por Gustavo Petro a los empresarios colombianos. Por ejemplo, acaba de prohibir a los mineros que le vendan carbón a Israel. También prohibió la producción de petróleo y gas para comprárselo, mejor, a la venezolana PDVSA.

Petro quiere modificar la regla fiscal, que es el mecanismo que evita que se desborde el gasto público, financiado con emisión de moneda sin respaldo y con la emisión de bonos de deuda pública local y externa. Con la hiperinflación y la quiebra sistemática del aparato productivo, sin producción y, por ende, sin ingresos, la economía va a colapsar.

En medio de toda esta desgracia nacional, Gustavo Petro, quiere modificar la Constitución para cambiar el modelo económico, diciendo que el capitalismo fracasó, cuando Colombia entre en default y la recesión sea el coma inducido de la economía colombiana que lleve a presentar como necesaria la implementación del comunismo. El final de Colombia como nación libre y soberana, es cuestión de meses.

Fuente: PanamPost

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