La espinosa ruta electoral de la oposición y la presión internacional hacia la transición

En el pasado quedaron los llamados a la abstención y la presión en las calles como únicos mecanismos para sacar al chavismo del poder. Ni la deslegitimación del régimen ni cientos de marchas multitudinarias lograron el objetivo. Retomar la vía electoral fue el único camino que llevó nuevamente a la coalición opositora a lograr un consenso de cara a las presidenciales convocadas para el 28 de julio. Sin embargo, los fantasmas del fraude, las artimañas judiciales y el ventajismo oficialista no dejan de estar presentes, asomando la posibilidad real de otra decepción que lleve a concluir una vez más que “dictadura no sale con votos”. Por el momento, la candidatura de Edmundo González Urrutia, escoltada por la indiscutible popularidad de la líder de la oposición, María Corina Machado, se consolida y avanza con el importante respaldo de la comunidad internacional que –apartando alianzas ideológicas– apuesta por una transición pacífica hacia la democracia en Venezuela.

Por un lado, Machado ha continuado haciendo campaña por el país, pero ahora con afiches de González Urrutia en mano para promover la candidatura de quien asumió la responsabilidad de representarla en el tarjetón electoral. Por el otro, líderes de la izquierda latinoamericana, como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y su homólogo colombiano, Gustavo Petro, han hecho a un lado sus simpatías con el chavismo exigiendo garantías de participación para los opositores, lo que en cierta medida ha sido interpretado como un respaldo a la lucha democrática que ha servido para que la oposición se mantenga en la ruta electoral, confiando en el enorme rechazo al régimen que muestran las encuestas, pero asumiendo un alto costo político si algo sale mal.

Las declaraciones del canciller colombiano, Luis Gilberto Murillo, durante la 54° conferencia del Consejo de las Américas (COA), celebrada en Washington, donde explicó este miércoles que la propuesta de Petro para Venezuela pasa por “garantizar una transición tranquila después de las elecciones”, despierta esperanza en la oposición, que ve cómo un gobierno aliado de Maduro apuesta por una salida democrática a la enorme crisis política, económica y social que no solo afecta a Venezuela, sino a los países de la región que han tenido que lidiar con el éxodo de casi ocho millones de venezolanos, según cifras de ACNUR, que se desbordaría si no se produce un cambio en la nación bolivariana. Esto sin duda lo sabe Petro, así como también Lula, que según destaca el representante de la diplomacia colombiana, respalda las propuestas del jefe de la Casa de Nariño en esta materia.

“Batalla compartida”
En este evento también participaron de manera virtual Edmundo González y María Corina Machado, quienes ratificaron su compromiso con el voto, pero advirtiendo que “esto va más allá del proceso electoral”, según reiteró la exdiputada que destacó cómo se están organizando “miles y miles de personas alrededor del país” para lo que llamó una “batalla compartida”. Y bajando un poco el tono al discurso, el candidato González Urrutia agregó que se está conformando una coalición que incluye incluso a sectores “del centro del espectro político y de la izquierda del espectro político” que están “muy motivados” a ayudar en la organización de la campaña opositora para las presidenciales del 28 de julio.

Con la oposición participando nuevamente en unas elecciones presidenciales se abre una nueva etapa en la política venezolana que deja atrás lo que fue el extinto interinato de Juan Guaidó, que no logró cumplir con el prometido mantra del “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”. Todo parece indicar que el orden se invirtió. Incluso sin cumplir con todas las condiciones para ser “libres”, la coalición opositora –hoy liderada por María Corina Machado– aceptó participar en los venideros comicios, esperando avanzar luego a un gobierno de transición con el eventual triunfo de Edmundo González Urrutia.

La espinosa ruta electoral
Mantenerse en la ruta electoral ha sido un camino incierto y espinoso. La ratificación de la inconstitucional inhabilitación de Machado, ganadora de las primarias del 22 de octubre por un amplio margen, parecía ser la maniobra perfecta de la dictadura para que la oposición se dividiera y el sector con mayor respaldo popular optara por repetir la fallida fórmula de 2018, cuando Nicolás Maduro se declaró reelecto en unos comicios sin la participación de un candidato unitario de las fuerzas opositoras.

Pese a la determinación de llegar “hasta el final”, la coordinadora nacional del partido Vente Venezuela escogió a la filósofa Corina Yoris como su representante en el tarjetón electoral ante la imposibilidad de inscribir su candidatura. Pero esta opción también fue bloqueada por el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado desde Miraflores, que sin argumento jurídico alguno impidió su postulación. Contra todo pronóstico, la oposición no se salió de la ruta electoral y optó por mantener a González Urrutia –inscrito como candidato “cuida puesto”– como el aspirante definitivo para enfrentar a Maduro. ¿Se logrará el objetivo esta vez sin llevar nuevamente a los venezolanos otra decepción que podría ser una frustración mayor?

Fuente: PanamPost