La UE debate cómo reindustrializarse: diez países aún producen menos que hace cuatro años, España entre ellos

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Los líderes de los 27 se han reunido este jueves para debatir una vez más la estrategia conjunta de reindustrialización de la unión y de mejora de la competitividad en diversos ámbitos después de una progresiva pérdida de protagonismo de la UE en el ámbito internacional. El motivo del encuentro era tratar el informe de Enrico Letta, Much More Than a Market, encargado por el presidente del Consejo Europeo hace un año para orientar el camino a seguir. Letta, ex primer ministro de Italia, ha sido contundente durante su intervención de apertura del Consejo: “Tenemos el riesgo de descarrilar”, ha advertido, aunque considera que el riesgo de desindustrialización del continente “no es irreversible”. Para revertirlo ha propuesto una amplia “caja de herramientas” que se enfrenta además a unas elecciones europeas de por medio.

La coyuntura de la industria europea es delicada, más allá de la visión de largo plazo del informe. La producción industrial de diez países comunitarios todavía no ha recuperado sus niveles de febrero de 2020, el último mes antes de una serie de shocks. El primero fue el de la pandemia y los cuellos de botella que provocó a partir de marzo de 2020, al que le siguió el estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022, que terminó de desatar una crisis energética e inflacionista. Los países con peores datos en producción industrial pertenecen a la eurozona: la de Luxemburgo fue un 11,4% inferior en febrero de 2024 que en el mismo mes de 2020 y la de Alemania registró una caída del 9,42%. España también se encuentra en este grupo de cifras negativas con un -1,05%, algo mejor que la media de la zona euro (-1,72%).

La crisis ha ido acompañada de una pérdida de empleo industrial en otros diez países, aunque ha sido menos profunda que el desplome de la producción, en parte por las medidas de protección adoptadas, como los ERTE. España tuvo 5.500 empleados menos en la industria en 2023 que en 2019, un 0,2% menos en términos de contabilidad anual publicados por Eurostat. En Alemania el descenso ha sido de 237.000 ocupados, un -2,8%. En total, en la media de la UE la caída es del 1,3%.

Respecto a las ramas de actividad, las peor paradas por las crisis han sido las más intensivas en energía, como las siderúrgicas, las cementeras y las químicas. Los precios energéticos se dispararon especialmente desde febrero de 2022 por el inicio de la guerra en Ucrania y se mantienen estables desde hace meses, pero en un nivel muy superior al anterior a las crisis. Según los datos de producción, las manufacturas ha caído en 12 países de la UE, y también en la media de los 27 y de la eurozona. El desplome llega hasta el 12% en Luxemburgo y en Estonia y hasta el 8,3% en Alemania si se compara febrero de 2024 con el mismo mes de 2020. España pierde un 2,8%.

El conflicto en Ucrania ha evidenciado más la elevada dependencia energética de la UE, especialmente de su primera potencia y referente industrial de las últimas décadas, Alemania, que ha experimentado restricciones de oferta al no poder reemplazar con celeridad el gas ruso. La industria española ha sufrido menos en comparación por la posición ventajosa de la península para diversificar sus fuentes de suministro energético a través del mar y una menor inflación energética. A pesar de esto, el sector industrial ha perdido peso en el PIB español en 2023 entre la caída de la producción y el auge del sector servicios. Según los datos publicados recientemente por Eurostat, el descenso es de siete décimas, pasando del 15,9% en 2022 al 15,2% en 2023. Aunque se trata de la segunda cifra más elevada de la última década, está lejos del 20% al que se aspiraba a llegar en las distintas estrategias.

Las recomendaciones de Letta
Estas crisis se han producido en un momento de cambio profundo del sector industrial para llevar a cabo la transición verde y la digital. Tras la experiencia de la pandemia, las medidas proteccionistas de EEUU y China y las múltiples tensiones geopolíticas, la UE ha decidido relocalizar la producción de determinados bienes estratégicos y reforzar el mercado común. Sin embargo, es un proyecto muy embrionario del que apenas existen acuerdos de mínimos.

El informe que ha presentado Letta en el Consejo Europeo recomienda escalar los mercados nacionales al ámbito europeo unificando la regulación y los incentivos fiscales. También propone un mercado energético único más interconectado mediante “una inversión masiva en redes de infraestructura europeas”. Esto permitiría maximizar el potencial renovable de la UE y garantizar energía a la industria. Como ideas para impulsar el sector manufacturero y la transición ecológica, plantea ejecutar conectar las capitales europeas con el ferrocarril de alta velocidad y desarrollar la industria militar, ya que el 80% de la ayuda financiera que la UE presta a Ucrania se invierte en armamento estadounidense.

Todo esto requiere de apoyo financiero, algo que deberá venir tanto del ámbito privado como del público a través del mercado único. “Ante la fuerte competencia mundial, la UE debe redoblar sus esfuerzos para desarrollar una estrategia industrial competitiva capaz de contrarrestar los instrumentos (...) como la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense” señala el documento.

Una lista de intenciones de los líderes europeos
En respuesta a estas cuestiones, los líderes han remitido un reducido documento de conclusiones y acuerdos. En él plasman lo que es más una lista de deseos sobre el sector industrial que decisiones concretas. Los países reconocen que “la acción política debe ponerse mejor al servicio de la mejora de la base económica, manufacturera, industrial y tecnológica de Europa”, pero no se explica de qué manera se hará más allá de “perseguir” una pretendida “igualdad de condiciones a escala mundial y dentro del mercado único”.

Por otra parte, el documento reconoce que la profundización de la unión de los mercados de capitales es “clave” para desbloquear el capital privado que proporcionará a las empresas europeas acceso a una financiación más diversificada a costes más bajos. Esto será necesario para afrontar los retos, en particular las transiciones ecológica y digital y las necesidades de la industria europea de defensa.

Fuente: Infobae

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