Colombia, en alerta por el hundimiento del precio del petróleo en la Bolsa de Nueva York

AMÉRICA LATINAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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El mercado petrolero ha entrado en estado de suspenso. Una paradoja dentro de la batalla comercial de Estados Unidos: se trata de uno de los pocos productos exentos de los nuevos aranceles impuestos por el presidente Donald Trump y, sin embargo, ha sido víctima de sus coletazos desestabilizadores. Así es como Colombia, uno de los 20 mayores exportadores de crudo del mundo, padece en cámara lenta la caída de los mercados internacionales. El precio del hidrocarburo se ha descolgado un 15% desde que Trump anunciara, una semana atrás, sus medidas para gravar la entrada de bienes procedentes de más de 180 países. Los efectos sobre la salud de una economía altamente dependiente de la renta petrolera, como la colombiana, aún son difíciles de anticipar.

Basta recordar que los planes financieros del Ejecutivo en Bogotá tasaron para este año sus ingresos apoyados en un precio estimado del barril a 74,3 dólares. Pero el efecto del pasado lunes negro en las bolsas mundiales se ha hecho sentir con una caída de más del 20%, hasta rondar por debajo de los 60 dólares –el más bajo en cuatro años–. Un desfase riesgoso en un año con millonarias deudas a pagar en dólares que pesan sobre las finanzas públicas. Más aún cuando el 70% de los ingresos por exportaciones del país provienen de la venta de petróleo. Su aporte al PIB llegó al 2,6% en 2024 y su caída incide sobre el precio del peso. Por eso, los expertos ya anticipan retoques en diversas proyecciones relacionadas con el crecimiento o el recaudo anual en Colombia y a nivel mundial.

Este escenario desfavorece los planes de Hacienda. También añade una nueva pesadilla para cuadrar el presupuesto de 2025, que arrancó desfinanciado. “Suponiendo que el petróleo no baje más en lo que resta de año, el valor de las exportaciones caería en 15,2% sobre las de 2024. Esto equivale a 2.312 millones de dólares”, afirma el presidente de la Asociación Colombiana de Economía Crítica, Diego Otero. El presidente Petro, por su parte, ha querido aligerar la situación. Argumenta que la política de transición energética del Gobierno está surtiendo efecto: “En este mes (marzo) las exportaciones de petróleo cayeron casi un 17%, como era previsible ante el estancamiento y caída de la demanda mundial (…), pero las exportaciones totales no cayeron”, publicó en su cuenta de X.

Un hecho que el mandatario adjudica, en concreto, a los efectos de la buena marcha del agro y “algo menos las industrias”. Tiene algo de razón. Las exportaciones de café, cacao, aceites esenciales, oro, especias y sus derivados han espoleado en el primer bimestre del año el comercio exterior. El acumulado para los primeros dos meses sumó 7,432.1 millones de dólares, un 1,7% mayor al del mismo período del año pasado. Pero, de momento, el presidente de izquierdas no ha explicado cómo solventar el déficit que deja, a la fecha, el bajonazo del precio del petróleo.

Un efecto no deseado
¿A qué se debe esta desescalada? ¿No ha tenido efecto la exención de aranceles de Trump? Se trata de una consecuencia no deseada. El barril de petróleo, vector de la economía global, depende del clima político. Es una materia prima muy sensible a un elemento tan intangible como lo es la confianza. Y los anuncios de la Casa Blanca han generado una mezcla de incertidumbre y zozobra global. “El ambiente es pesimista. Hay temor a una posible recesión en el futuro. La decisión de la OPEP refleja esta preocupación ante un panorama de contracción económica”, sostiene Milton Fernando Montoya, director del departamento minero energético de la Universidad Externado.

Se refiere al anuncio de la semana pasada por parte de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, de la cual Estados Unidos no forma parte, de incrementar en 411.000 barriles diarios su producción a partir de mayo. La combinación entre una demanda debilitada que se asoma en el horizonte, y el mencionado aumento en la oferta, terminaron presionando a la baja la cotización en la bolsa de Nueva York. Entidades financieras como Morgan Stanley han señalado que movimientos tan bruscos en el mercado como los de los últimos días solo se han visto una veintena de veces en la historia y casi la totalidad de ellas han estado acompañados de una recesión.

Por su parte, la situación de Ecopetrol, la mayor compañía de Colombia, parece vidriosa. Alberto Consuegra, ingeniero con tres décadas en el sector energético, recuerda que el umbral de los 60 a 65 dólares por barril constituye un terreno movedizo para la petrolera de mayoría estatal, pues es la banda donde explotar el crudo deja de ser rentable. La cotización a la baja choca, justamente, con el alza de los costos de operación –presionados por la inflación energética en Colombia–. “En la medida en que se tenga mayor nivel de endeudamiento; que caiga la producción de crudo nacional; que los márgenes de las refinerías se estrechen; y que las sobretasas y otros impuestos permanezcan vigentes, estos precios harán que empresas como Ecopetrol trabajen muy cerca del punto de equilibrio”.

Cualquier caída en los precios del crudo se traduce en afectaciones de los ingresos públicos. Los problemas, sin embargo, no quedan ahí. La transición energética del oficialismo, inconsistente para muchos analistas, carece aún de un plan sólido. Pocos conocen cómo será el salto a una nueva estructura productiva: “Colombia tiene que diversificar. La crítica al presidente Petro es que ha deprimido el crecimiento de la industria petrolera al detener la nueva exploración y firma de nuevos contratos. El país ha debido transitar hacia las energías renovables de forma progresiva, sin poner en jaque la sostenibilidad fiscal”, concluye Milton Fernando Montoya, autor del libro Energía en Transición (Debate, 2025).

Fuente: El País

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