La segunda llegada de Donald Trump a la Casa Blanca representa una oportunidad crucial para el mundo, una posibilidad de revertir el caos y el desorden heredados por el que, para muchos, es el peor presidente de la historia de Estados Unidos, Joe Biden. No fue una exageración cuando, al inicio de su mandato, advertí que Biden era una amenaza para la humanidad. Su legado está allí para quien desee profundizar en él. Fueron largos y difíciles cuatro años, que finalmente culminan este 20 de enero de 2025.
Los líderes del mundo libre se dieron cita para la ceremonia de toma de posesión de Trump. Jefes de Estado, presidentes de partidos políticos, multimillonarios y activistas estuvieron presentes, entre ellos una delegación de Brasil, que, sin embargo, estuvo marcada por la ausencia del expresidente Jair Bolsonaro.
El comité organizador del evento había solicitado la presencia de Bolsonaro como invitado especial, pero la intervención del Poder Judicial brasileño le negó el pasaporte, impidiéndole asistir. Esta acción coloca a Bolsonaro en una posición cada vez más cercana a la de un rehén político, frente a los ojos del mundo. El propio presidente de Argentina, Javier Milei, expresó su pesar por la ausencia de Bolsonaro, señalando que el régimen de Lula había impedido su participación.
Cabe destacar también que el presidente en funciones, Luiz Inácio Lula da Silva, no fue invitado a la ceremonia de investidura de Donald Trump. Si bien algunos analistas progubernamentales podrían interpretarlo como una falta de cortesía, otros consideran que se trata de un claro mensaje de distanciamiento.
Trump se enfrenta a un Brasil muy distinto al que conoció durante su primer mandato. Hoy, el gigante sudamericano vive bajo una suerte de tiranía judicial que mantiene a miles de presos políticos. Existe una política de persecución contra quienes expresan sus opiniones, un esfuerzo sistemático por censurar las redes sociales y una fuerte persecución a empresarios y medios de comunicación que se oponen al oficialismo. En el ámbito económico, el gobierno de Lula ha impulsado la creación de una alternativa al dólar dentro de los BRICS, estrechado sus lazos con China, aumentado los impuestos a los ciudadanos y elevado el gasto público, lo que ha derivado en una inflación descontrolada y una fuerte depreciación de la moneda brasileña. Además, Brasil se ha alineado con países como Venezuela, Cuba y Nicaragua en favor de los intereses de la Rusia de Vladímir Putin en la región, y ha adoptado una postura propalestina de tintes antisemitas.
El descontento con Lula ha ido en aumento, como lo demuestran los resultados de las recientes elecciones locales, donde los partidos de derecha y centro han salido fortalecidos. A medida que la situación avanza, la posibilidad de un regreso de Bolsonaro no parece descartada, siempre y cuando se le permita postularse, o bien, si él apoya a un sucesor, como hizo María Corina Machado en Venezuela con Edmundo González Urrutia.
Donald Trump ya ha advertido que, en caso de que los países del grupo BRICS intenten crear una moneda alternativa al dólar, impondrá tarifas de 100 %. Lula no ha vuelto a abordar públicamente este tema, y hasta el canciller ruso reconoció que esa idea no era de su país, sino de Brasil.
En cuanto a Venezuela, Trump ha sido claro en su intención de no permitir que Nicolás Maduro permanezca más tiempo en el poder y ha reconocido la legitimidad del verdadero presidente electo, mientras que Lula, por su parte, se encuentra impotente en este asunto, especialmente considerando que Venezuela es un país vecino a Brasil.
La incorporación de Elon Musk al gobierno de Donald Trump es otra mala noticia para el Poder Judicial brasileño, que por semanas logró bloquear la plataforma X en Brasil. ¿Intentarán bloquear más redes sociales, incluso ahora que Mark Zuckerberg ha anunciado que pondrá fin a la censura en Meta y se alinea con Trump? En el caso de que lo hiciesen, ¿tendrán idea del impacto de esto en la economía de millones de personas que sobreviven de forma independiente haciendo anuncios promocionando sus productos y servicios?
El pueblo brasileño observa con atención el regreso de Trump a la Casa Blanca, viendo reflejada en él su propia realidad. Con un año más para las elecciones presidenciales en Brasil, la derecha podría estar lista para recuperar el Palacio de Planalto.
Esto es una pesadilla para la izquierda brasileña, que no cuenta con un líder fuerte para suceder a un Lula octogenario en 2026, que además es cada vez más impopular.
Fuente: PanamPost