El populismo en Argentina se acostumbró a manejar ciertos hilos de poder (y los recursos económicos que conllevan) y pensó que nunca iban a ser puestos en duda. Mucho menos, erradicarlos por completo. Ni siquiera en el intervalo de Mauricio Macri se terminaron cortando con ciertas cuestiones que, a simple vista, enojarían a cualquier ciudadano de a pie, alejado de las mieles del estatismo dirigista, que tienen muchos financiadores (los contribuyentes) y pocos beneficiarios; los que Javier Milei denominó oportunamente como “la casta”.
Hablamos de cuestiones básicas, como que el Estado disponga de una fortuna para pauta oficial en los medios de comunicación o el nefasto sistema de las listas sábana, tan caro, ineficiente, antiecológico y proclive al fraude. A tal punto se llegó a defender lo indefendible, que la misma Cristina Kirchner reivindicó hace poco la existencia del déficit fiscal, con la excusa que la gran mayoría de los países lo tiene.
El ordenamiento de las cuentas públicas (y sus consecuencias virtuosas) son tan evidentes, que hasta el ultra kirchnerista Juan Grabois dijo que era “muy de pelotudo plantear una oda a la inflación o al déficit fiscal”.
Ante la respuesta de la opinión pública sobre las iniciativas del gobierno, el encuestador y analista Raúl Timerman confirmó el buen momento que atraviesa el gobierno de Javier Milei, de cara a las elecciones de medio término del año próximo.
Cuando se le preguntó a la gente sobre la necesidad de las reformas, el 41,1% señaló que las iniciativas del presidente libertario “alguien las tenía que hacer”. Luego, con el 15,8%, un grupo reconoció que “algunas” de las medidas debían ser abordadas por cualquier gobierno que tenga la Argentina. Quitando el 6,7% que se excusó al responder que no estaba seguro, solamente quedó un 36,1% de críticos que aseguran que no había que hacer nada de lo que hizo Milei. En el marco de una polarización como la de Argentina, estos números son auspiciosos para el oficialismo, sobre todo teniendo en cuenta que ya se realizó el grueso del ajuste en el primer año de mandato.
Yendo a las cuestiones concretas, con respecto a la política del “déficit 0”, principal caballito de batalla del gobierno a la hora de sostener el plan económico, entre los que dicen que están “muy de acuerdo” o “bastante de acuerdo”, se llega al 62,6%.
La remoción por un año de la pauta oficial, que seguramente se renueve el próximo 2025, cosecha el lógico 68,9% de afinidad. Es claro que el resto, más allá de los beneficiados, son los kirchneristas que van a cuestionar cualquier iniciativa, aunque sea de absoluto sentido común.
El caso de la boleta única de papel, que debutará el año próximo para los cargos nacionales, un 64,4% de los encuestados se manifestó por la positiva. Es probable que el número crezca luego de la primera experiencia vivencial con un sistema superador, más eficiente y económico.
Un 61,4% también se manifestó en favor de reducir la cantidad de ministerios y de la eliminación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. Es decir, que cada partido o frente decida sus propios candidatos, sin tener que pasarles la cuenta a los contribuyentes. Solamente la izquierda dura se quedó protestando por esta cuestión.
Nada mal estas cifras para un gobierno que, cuando uno mira en lo concreto, más que ideológico parece de sentido común.
Fuente: PanamPost