Entre tanto lodo, vi esperanza para España

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Son dos semanas, desde que el pasado 29 de octubre la Comunidad Valenciana sufriera las consecuencias de una clase política muy, pero que muy alejada del día a día de la calle.

Alguno podría pensar que una gota fría no tiene nada que ver con las decisiones de nuestros políticos, pero ¿y si hablamos sobre cómo la decisión de nuestros políticos ha sido convertir a España en el país europeo con mayor número de presas destruidas? Así es como en 2021, nuestros políticos- me refiero a socialistas, populares, comunistas y demás desechos mentales- destruyeron 108 barreras fluviales, lo que supone casi la mitad de las derruidas en toda Europa –239-. Su frase era que “los ríos deben fluir de manera natural”.

Por otro lado, también podríamos hablar del porqué nuestros políticos tomaron la “sabia” decisión de no limpiar los cauces de los ríos, porque el hacerlo contribuye a un mayor peligro ante lo ocurrido el pasado 29 de octubre en la Comunidad Valenciana. Estos políticos son los mismos que apuestan por no limpiar los montes, y cada verano vemos las consecuencias –montes pasto de las llamas-.

Se podría decir que tenemos auténticos pirómanos a los mandos de este país que aún se sigue llamando España.

Dos semanas que han dejado de manifiesto el porqué de la virulencia de una gota fría, que no tenía que ser tan grave, según los registros pluviométricos, pero que, gracias a las decisiones climáticas de nuestros políticos, unida a su falta de empatía con el pueblo, buscando el redito político, como el que juega al monopoly, pero en lugar de con dinero, con vidas humanas.

Y si por si fuese poco, lo que hace desangrarse a esta gran nación, llamada España, es la estructura autonómica, que no sólo saquea y destruye España, sino que además busca dividirnos, según zona de nacimiento o de residencia.

Dos semanas surrealistas, donde sinceramente, sino fuese por el espíritu del pueblo español, los valencianos estarían abocados al olvido y vivir atónitos la contienda entre socialistas y populares, para ver quién es el acreedor de los 215 muertos -según datos oficiales- así como el promotor de un escenario digno de una película de guerra.

Un pueblo español digno de su herencia, en los hitos más importantes, aunque en el día a día nos quede mucho por mejorar. Lo he podido vivir en primera persona el pasado domingo, 10 de noviembre, en Algemesí (Valencia). Pero permitidme seguir ahondando en el porqué de nuestros males.

Desde hace mucho tiempo y más ahora, se puede decir que los males que sufrimos los españoles en primera persona, vienen derivados de unos mismos protagonistas, que no son otros que nuestra clase política, el mayor desecho mental que tiene España, y mira que hay. Todos ellos creadores de la estructura y configuración autonómica que tiene España. Una España de 17 comunidades autónomas y 2 ciudades autonómicas, lo que viene siendo la válvula de escape para evadir responsabilidades…

“Eso es cosa tuya”
“Eso no es mi competencia”
“Esa no es mi responsabilidad”
“Pero esos sí son mis impuestos”
Mientras tanto, los que estamos en el centro de los problemas somos los españoles, todos, con independencia de donde hayas nacido.

Por otro lado, sufrimos una estructura autonómica que supone una fuente inagotable de recursos económicos, pero no para lo que todos podríamos pensar, para nuestro bienestar o para cubrir necesidades básicas o de cualquier emergencia. Nada más lejos de la realidad, la realidad nos dice que se trata de una estructura autonómica que supone una fuente inagotable de recursos económicos despilfarrados en:

Fiestas
Vicios de sustancias
Vicios de mujeres
Enriquecimiento personal
Chiringuitos varios con los que seguir expoliando España
Incluso recursos para financiar a países enemigos de España -me refiero a Marruecos-.
Esa es la realidad, amigos, la responsabilidad de muchos, la responsabilidad de nadie, y quien sufre las consecuencias, somos los que estamos en medio, los españoles.

Un estado de las autonomías que nos vendieron como el instrumento para estar más cerca de los españoles, para ser más ágiles, y para saber las necesidades de un valenciano, de un andaluz o de un gallego, pero a la hora de verdad, cuando el covid, cuando el 11m o ahora con las inundaciones de la comunidad valenciana, los más ágiles y los que están más cerca es el pueblo español.

Nadie es responsable, se lanzan los muertos unos a otros, y ningún partido político se preocupa de la realidad de la calle.

222 muertos derivados de la gota fría, más de 100.000 muertos durante el COVID, millones de españoles saqueados con sus políticas confiscatorias, y aún pretenden que ante una situación como la que se está viviendo en la comunidad valenciana, cuando van políticos como Pedro Sánchez o Carlos Mazón, junto con los reyes de España, para hacerse la foto, los españoles les aplaudan…¡perdón! no lo pretenden, quieren que se aplauda a las 20.00h.

No se puede ser puta y poner la cama. Tienes que estar muy mal de la cabeza para pensar eso y desde luego para hacerlo.

Llevamos dos semanas y la inoperancia es manifiesta, y la dejadez ni os cuento. Sólo el pueblo, sólo los españoles han sido los que han asumido la responsabilidad de ayudar y colaborar, saliéndose del corset autonómico en el que nuestros políticos nos dividen.

Y ahora sí, será en la fuerza del pueblo español donde me quiero centrar. Un pueblo que está dejando al aire las costuras de la clase política. Unas costuras que espero que las podamos romper, si no es ahora, cuando todo esto pase, que pasará.

El pasado domingo, 10 de noviembre, pude desplazarme desde Burgos a la localidad de Algemesí. Algo más de 6 horas de desplazamiento para cumplir con el deber que todo español tiene con su prójimo, porque hoy es él, pero mañana puedes ser tú. Que a nadie se le olvide.

Cansado sí, pero he podido ver y vivir en primera persona, que hay esperanza, cuando me vi dentro de un garaje lleno de barro, con compatriotas de distintos puntos de España (Irún, Cartagena, Aranjuez, Madrid, Galicia, Cataluña, etc etc), sin preguntarme quiénes eran los vecinos. Horas en las que arrimabas el hombro, sin importar si era tu día de descanso y si al día siguiente tenías que trabajar, lo importante era ayudar allí donde no está presente la clase política, es decir, en ningún sitio para hacer el bien, pero desgraciadamente como lo vimos, en todos lados para hacer el mal.

Lleno de barro, con calor, en un entorno que parecía devastado por una guerra, por encima de la mascarilla mirabas a la persona que se lanzaba contigo a sacar capazos de barro, sin importar de dónde venías, sin importar cuál era tu ideología, sin importar si eras hombre o mujer, y con una mirada ya nos decíamos todo… ¡vamos! Que esto tenemos que sacarlos adelante.  Y vaya si lo hicimos.

Es en los peores momentos cuando se demuestra, de lo que está hecha una sociedad, y lo que pude ver es entusiasmo, a pesar de las circunstancias, apoyo, cuando alguno desfallecía, ánimo cuando el trabajo hacía mella, y alegría del deber cumplido. Esos son los valores y actitudes que pueden sacar adelante a una nación.

Todos allí éramos civiles, o estábamos en condición de civiles. Me explico. Pude encontrarme con personas que pertenecen al cuerpo de la guardia civil, pero que estaban a título particular, en su día de descanso. También vi pasar por delante de donde estábamos efectivos pertenecientes a diferentes cuerpos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, pero desgraciadamente, ninguno hizo acto de presencia ni arrimó el hombro.  Lo que deja claro la postura de nuestros políticos… contra peor mejor y esos muertos no son míos.

Prácticamente finalizando, de vaciar de lodo el garaje, pude ver un juguete – un coche- abandonado entre el lodo, lo que no dude en rescatarlo. Puede que para muchos no tenga significado, pero para mí, significó que incluso de lo malo se puede sacar esperanza, una ilusión, que es lo que representa un niño y un juguete…y con eso me quedo.

La ilusión con la que nos mirábamos al terminar y preguntar si necesitábamos algo. La esperanza de que, a pesar de la dejación de funciones de nuestros políticos, el pueblo español está muy por  encima y sabe estar a la altura de lo que significa ser español. Ayudar y no mirar a quién.

¿cansado? Claro, pero no del viaje, ni del trabajo, sino de nuestra clase política.

¿Recompensado? Desde luego, con un simple gracias.

No leerán estas líneas, pero quisiera agradecer a una familia, que no conocía de nada, y de camino a recoger el coche nos invitaron a tomar algo en un bar, así como también a los voluntarios que nos ofrecieron un bocadillo a la salida de Algemesí.

Por supuesto, también quisiera aprovechar estas líneas para agradecer a mis padres por haberme transmitido unos valores que por suerte he visto que no se trata de casos aislados.

Unos valores con los que sacaremos adelante España, sin importar lugar de nacimiento o sexo. Ese día, acabaremos con esta clase política.

Fuente: PanamPost

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