Israel tiene la ventaja en su guerra contra Hamás

ISRAEL Aquilino Cayuela*
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Al leer la mayoría de las noticias de hoy, se tiene la impresión de que Israel tiene dificultades en su guerra contra Hamás. Como si Israel estuviese en una deriva autodestructiva. Los combates en la Franja de Gaza se han prolongado durante más de diez meses, el acuerdo de paz sigue siendo difícil de alcanzar, sí se ha conseguido pactar una breve pausa humanitaria, aunque todavía se cierne la amenaza de una escalada regional.

Más de 100 rehenes secuestrados el 7 de octubre aún no han sido liberados, y decenas de ellos se dan por muertos. Decenas de miles de palestinos han muerto y Gaza se enfrenta a una grave crisis humanitaria cuyo efecto, a nivel internacional, causa a Israel una malísima prensa. Los críticos de la estrategia militar israelí argumentan que la devastación en Gaza ha aumentado el apoyo a Hamás.

Sin embargo, la avalancha de comentarios fáciles está filtrada por una parcialidad interesada e ideológica que pierde de vista los hechos reales. Una guerra solo puede evaluarse en función de lo cerca que esté cada parte de alcanzar sus objetivos y, según esta medida, es Israel y no Hamás quien tiene la ventaja.

Tengamos en cuenta que esta guerra iniciada por Hamás desde Gaza formaba parte de un ataque más amplio, coordinado por Irán, que incluye el hostigamiento de los hutíes en el mar Rojo y la ofensiva de Hezbolá, desde el Líbano.

Hamás nunca ha declarado sus objetivos políticos, pero el objetivo general del grupo es la total destrucción de Israel. Sus objetivos desde el 7 de octubre comprendían desencadenar ataques de otros grupos militantes, hacer saltar por los aires los años de procesos de paz y detener la normalización de relaciones árabe-israelíes, tras los Acuerdos de Abraham, y abrir una brecha entre Israel y Estados Unidos.

Sin embargo, el contraataque israelí ha reducido estos objetivos de Hamás. En la otra parte Israel, militarmente, ha alcanzado el más importante de sus objetivos logrando una degradación significativa de la organización terrorista.

En su campaña militar, Israel, ha avanzado en otro importante objetivo: la liberación de los secuestrados el 7 de octubre. El número de rehenes recuperados asciende ya a 146. Algunos argumentan que el hecho de que 105 rehenes fueran devueltos a Israel mediante intercambios con prisioneros significa que era la negociación y no la fuerza militar la mejor forma de traerlos a casa. Pero siendo realistas, nuca Hamás había liberado secuestrados con anterioridad, solo la acción militar en Gaza creó las condiciones para que los terroristas aceptasen liberar a los rehenes. De otra forma nunca lo habría hecho.

También Israel ha asegurado su flanco sur, recuperado el control de todos los pasos fronterizos. Queda el principal objetivo: destruir a Hamás. Muchos observadores piensan que este logro es poco realista porque la acción militar nunca podrá destruir la ideología de Hamás. Pero los avances en sus objetivos bélicos sí son alcanzables. Destruir a Hamás políticamente supone mermar su poder militar y su gobierno en Gaza. Y esto solo es posible militarmente, es decir, desmantelando y degradado su capacidad militar para que no pueda llevar a cabo nuevos ataques organizados, ni defender el territorio.

Es la fuerza bruta y el terror lo que ha dado a Hamás su capacidad de gobernar sobre la población de Gaza. Por eso, la autoridad de la organización terrorista en Gaza es hoy mucho más débil e inestable y le obliga a utilizar una fuerza atroz para gobernar. Los militantes de Hamás matan a civiles palestinos en Gaza y a líderes de clanes y tribus que, atrapados allí, desafían el brutal gobierno del grupo.

Más revelador resulta que los rivales políticos de Hamás en Cisjordania lo consideran hoy lo suficientemente débil como para criticarlo abiertamente (así Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, quien ha cambiado su discurso desde el 7 de octubre).

Destruir las capacidades militares de Hamás ha sido una ardua tarea para Israel. La milicia había invertido más de 15 años y miles de millones de dólares en construir una red terrorista fuertemente armada que abarcaba toda Gaza. Más de 30.000 militantes organizados en brigadas y batallones, con zonas geográficas de control y equipados con cañones antitanque, fusiles, ametralladoras pesadas, granadas, morteros y explosivos improvisados y entre 15.000 y 20.000 cohetes. Todo se les está desbaratando.

Hamás construyó una de las entramados de túneles militares más extensas del mundo, con casi 500 kilómetros, como la red del metro de Nueva York, que les ayudaban a desplazarse libremente por Gaza, incluso por debajo de Wadi Gaza, una zona pantanosa que separa el norte y el sur de la franja. Israel ha destruido ya buena parte de esta red.

Israel ha destruido 22 de los 24 batallones organizados de Hamás, matando a tres de los cinco comandantes de brigada, a más de 20 comandantes de batallón y aproximadamente 150 comandantes de compañía.

Israel llevó a cabo un ataque en el centro de Gaza en el que murió Mohammed Deif, jefe del ala militar de Hamás y segundo al mando; el tercer miembro de mayor rango de Hamás, Marwan Issa, y el 31 de julio fue eliminado Ismail Haniya, líder político de Hamás.

La muerte de Haniya está complicando al grupo sostener sus redes políticas internacionales y la infraestructura financiera que les ha permitido mantenerse bien dotados de recursos. Es Israel, y no Hamás, quien tiene ahora una importante ventaja.

*Para El Debate

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