Fraude de Maduro quiebra en tres bloques a la izquierda latinoamericana

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El fraude cometido por el régimen de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio en Venezuela ha complicado los planes de mantenimiento y expansión del proyecto ideológico de la izquierda latinoamericana en la región, que se ha dividido en tres bloques que parecen tomar caminos distintos. La mayor muestra de este quiebre lo evidenció en las últimas horas el dictador nicaragüense, Daniel Ortega, quien arremetió contra los mandatarios de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro, que están al frente de una de estas facciones, quienes tampoco midieron sus palabras a la hora del poner al autócrata sandinista en su sitio.

Como era de esperarse, el bloque autoritario que conforman Daniel Ortega, de Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel, de Cuba, se puso del lado de Nicolás Maduro de manera automática desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció el supuesto triunfo del heredero del chavismo sin totalización, sin actas y sin auditorías. A ellos se sumaron Xiomara Castro, de Honduras, y Luis Arce, de Bolivia.

Democráticos y vacilantes
 
En la otra acera se ubicó el mandatario chileno, Gabriel Boric, quien asumiendo el liderazgo de una izquierda moderada que aboga por la defensa de la democracia y el respeto a los derechos humanos, advirtió al mundo que en Venezuela se había cometido un fraude electoral y que las instituciones en este país carecen de independencia e imparcialidad para dirimir cualquier conflicto. A esta misma línea se pegó el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, y la mandataria peruana, Dina Boluarte, quien además fue un paso más allá al ser Perú el primer país que decidió reconocer directamente a Edmundo González como presidente electo de Venezuela.

Por el medio maniobran sobre una delgada línea los jefes de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Colombia, Gustavo Petro; y de México, Andrés Manuel López Obrador. Aunque este último se apartó de la negociación que los tres líderes izquierdistas adelantaban, tampoco validó la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) chavista con la que Maduro pretendía sumar al menos el respaldo de México, pues al día siguiente del fallo reiteró que esperaría a la publicación de las actas para fijar posición. Mientras tanto, Lula y Petro insisten en mantener abierta la puerta para una posible salida negociada sin hablar directamente de fraude pero sin reconocer tampoco la supuesta victoria de Maduro.

Ortega ofrece “combatientes sandinistas” a Maduro
Esta cautela no fue suficiente para Daniel Ortega, que durante una cumbre virtual con jefes de Estado de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), se fue con todo contra Lula, llamándolo “arrastrado” y –lo más insólito e incoherente que podía salir de su boca– calificándolo de “dictador”.

Los descalificativos del tirano nicaragüense contra el mandatario brasileño llegaron acompañados del anuncio de la ruptura de relaciones con Brasil, tras una tensión que venía en ascenso en las últimas semanas, y el ofrecimiento a Maduro de “combatientes sandinistas” si ocurre una “contrarrevolución” en Venezuela.

Se fracturan las bases del Foro de Sao Paulo
El 8 de agosto, el embajador de Brasil en Nicaragua, Breno de Souza Brasil Días da Costa, salió del país tras ser expulsado por la dictadura de Ortega por no asistir al acto de celebración del 45 aniversario de la revolución sandinista el 19 de julio. En reciprocidad, el Gobierno brasileño decidió expulsar a la embajadora de Nicaragua, Fulvia Castro.

Lula, que había tenido en el pasado una estrecha relación con Ortega desde 1980, cuando conoció en Managua al entonces dictador cubano Fidel Castro durante el primer aniversario de la revolución sandinista, dijo que hoy no sabe “si esa revolución fue porque (Ortega) quería el poder o porque quería mejorar la vida de su pueblo”. Esto marca un quiebre además en las bases del Foro de Sao Paulo, fundado por Lula y Castro, con corrientes hoy por caminos distintos.

Ortega no desaprovechó el impasse para sacarle los trapos sucios a Lula, recordándole incluso su vinculación con el caso Lavo Jato para llamarlo corrupto. Que Lula no se haya puesto de manera incondicional del lado de Maduro fue para Ortega la gota que rebasó el vaso, razón por la cual lo calificó como “representante de los yanquis en América Latina”, descalificativo que extendió al presidente colombiano, Gustavo Petro.

Petro marca distancia con “las dictaduras”
“Pobre Petro, lo veo como compitiendo con Lula en ver quién va a ser el líder que va a representar a los yanquis en América Latina”, soltó Ortega, evidenciando la marcada división que hay en la izquierda latinoamericana como consecuencia del fraude cometido por Maduro en Venezuela. La respuesta de Petro no se hizo esperar. “Al menos no arrastro los derechos humanos del pueblo de mi país y menos los de mis compañeros de armas y de lucha contra las dictaduras”, respondió el mandatario colombiano con un corto pero contundente mensaje en su cuenta de X que parece ir dirigido no solo al dictador nicaragüense sino también al venezolano cuando habla de “dictaduras”, en plural.

Así, la izquierda latinoamericana se ve sin duda dividida en tres bloques luego del fraude de Maduro. Por un lado se observa el atrincheramiento en regímenes autoritarios por parte de unos, la necesidad de quitarse el lastre en que se ha convertido el autócrata venezolano para otros que buscan sobrevivir bajo las reglas del juego democrático y, en el medio aparecen los que están entrampados entre ambas corrientes, tratando de ofrecer soluciones negociadas sin dejar a un lado su terquedad ideológica, pero sin ignorar la presión interna para sus países de una nueva oleada migratoria de venezolanos.

Fuente: PanamPost

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