Los judíos iraníes, los invisibles en la confrontación entre Irán e Israel

ISRAEL Jana Beris*
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Sinagoga de Yusef Abad, en TeheránEFE/Marina Villén

Mientras que en Israel todos se pregunta si Irán atacará próximamente como prometieron los ayatolás durante las últimas semanas, hay un sector de la población que sigue el tema no sólo con preocupación sino también con un dolor casi personal: los israelíes nacidos en Irán, que ven a su país natal convertido en la fuente central de odio antisemita contra el Estado judío y de apoyo activo a todas las organizaciones terroristas que le atacan.

Aproximadamente 80.000 judíos iraníes llegaron a Israel a lo largo de los años. Una pequeña parte, recaló antes del establecimiento del Estado, en 1948, cerca de 20.000 inmediatamente después y en los primeros años de su existencia y 22.000 desde la Revolución Islámica de 1979. El resto, a cuentagotas a lo largo de los años.

No todos hablar desde su propia experiencia de las diferencias entre el Irán de antes de la revolución, ya que hay quienes se convirtieron en israelíes antes del ascenso Ruhollah Jomeini al poder. Pero el recuerdo de la libertad con que vivían en el Irán del Shah y su conciencia sobre lo que ocurre hoy tanto dentro de la República Islámica como en la actitud del régimen iraní con Israel, les amarga y enfurece.

 
Beni Sabti (52) tenía siete años cuando estalló la Revolución Islámica y recuerda con nostalgia su feliz niñez. Su familia logró salir del país ocho años más tarde, huyendo de forma clandestina mucho después de haber entendido claramente que la vida bajo la opresión de los ayatolás era insostenible, a lo que había que añadir el antisemitismo oficial.

 

«Cuando el 7 de octubre, día de la masacre de Hamás en el sur de Israel se publicó aquella imagen icónica de la joven Noa Argamani siendo secuestrada en una moto, me acordé de las Guardias Revolucionarias iraníes que en los años 80 circulaban por Teherán en moto y si algún jovencito no tenía su carné de alumno, se lo llevaban, secuestro a la luz del día, para enviarlo al frente de la guerra contra Irak» «Y no es una historia en el aire, me pasó a mi dos veces, pero afortunadamente tenía mi carné. Otra vez me detuvieron porque yo tenía el cabello largo, me apretaron contra el sueli y me raparon. La vida era una pesadilla».

El proceso de inserción en Israel fue desafiante pero Beni sostiene que ayudó mucho a sus padres –ella enfermera y él contador– el hecho de que en Irán siempre trataron de ser parte de la sociedad general, sin encerrarse solamente en el marco de la comunidad judía.

Sabti ha sido durante años asesor del sistema de seguridad israelí en temas de Irán, inclusive en la creación del departamento en idioma persa del portavoz del Ejército israelí. Hoy investiga el tema en el marco del INSS, el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional. Como judío iraní y como israelí, observa con atención lo que sucede, no minimiza en absoluto el peligro, pero considera que Irán no lanzará un ataque masivo contra Israel porque es consciente del golpe que le puede asestar el país hebreo.

«Irán está totalmente atrasado, sus tecnologías son de los años 60 y 70, ya ahora no tienen electricidad todo el tiempo, llevan el país como una banda de talibanes, y saben cuánto daño les puede hacer Israel», sostiene. Está a favor inclusive de un ataque preventivo israelí. «Y no tengo dudas que el pueblo iraní lo agradecería, está contra el régimen y quiere verlo caer».

Iosi Sivan (76), nacido en Teherán y llegado en 1969 a Israel, está seguro de que el pueblo iraní no quiere al régimen actual. En este sentido, recalca que Irán es hoy el mayor promotor de terrorismo en la región. Desde la ciudad de Modiin en la que vive, afirma que «el pueblo de Irán es hoy el más cercano en su sentimiento al pueblo judío».

«Hace 55 años que vivo en Israel, hice el servicio militar, mis hijos y nietos nacieron aquí, pero siempre seguiré teniendo fuertes sentimientos por el país en el que nací, y es por eso que me duele tanto lo que sucede, no sólo lo que Irán le hace a Israel», afirma.

Iosi es agrónomo de profesión, ya jubilado, pero hoy en día transmite dos veces por semana en la cadena Israel Pars TV, un programa en idioma persa que se capta por satélite en todo el mundo, también en Irán. Durante sus emisiones relata tanto lo que pasa en Israel como en la propia República Islámica. «La gente sabe que el régimen dedica sus recursos a apoyar terroristas en lugar de al pueblo que tanto lo necesita, y eso crea situaciones imposibles que me duelen mucho. Eso tiene que cambiar».

La esperanza de cambio la abriga también Daniel Dana (79), quien asegura que la población iraní está mayormente contra el régimen de los ayatolás, y lo analiza desde Jerusalén teniendo de fondo una historia personal muy singular.

Nació en el seno de una familia musulmana chií como Jamshed Hassani, estudió Derecho y siempre se consideró un opositor a los islamistas radicales. Tres años antes de la Revolución Islámica recibió una beca para hacer su Doctorado en Francia, por lo cual el ascenso de Jomeini le sorprendió fuera del país. Desde allí organizó múltiples actividades opositoras a los ayatolás, por las cuales fue condenado a muerte en ausencia en tres oportunidades. Volvió por un corto tiempo a su país natal, pero entendió que su vida corría peligro.

Los diferentes capítulos de su vida son propios de la pantalla grande. Pasó unos años en Australia, a raíz de un sueño y visión que tuvo se convirtió al cristianismo y en 1994, al recibir una beca para la Universidad Hebrea de Jerusalén , comenzó una nueva etapa, desde entonces vive en Israel. Lo que cambió nuevamente el rumbo de su vida fue una trombosis repentina que le apareció. Durante su hospitalización, el médico israelí que lo trató le comentó que la dolencia específica que tenía era típica de los judíos oriundos de Oriente Medio. «Me hice un estudio de sangre especial y el resultado indicó que el 72 % de mi sangre mostraba origen judío», cuenta hoy emocionado. «Eso, combinado con la vida que yo estaba teniendo en Israel y cómo me sentía aquí, fue determinante y decidí convertirme al judaísmo. Y éste es hoy mi hogar».

La situación actual no le sorprende, según cuenta, ya que dedicó años al estudio del islam, y está convencido que las prácticas del régimen de los ayatolás nada tienen que ver con la historia y la forma de ser de Irán sino del islam radical. «Pero yo estoy seguro, lo siento claramente, que esto está por acabarse. Los ayatolás van a caer, no hay alternativa». Sostiene que está en contacto con círculos opositores iraníes en diferentes lados y que lograrán precipitar un cambio. Su convicción al respecto no tiene límites. «Esto va a terminar e Irán se convertirá en la segunda democracia de la región. La primera es Israel», sostiene el Daniel Dana, ex chií, hoy judío, desde su casa en Jerusalén, nada menos que en la calle Kóresh, que significa Ciro, el Rey de Persia recordado por su actitud positiva con los judíos y por lo bueno que fue para el país.

*Para El Debate

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