El triste ocaso de Cristina Kirchner

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Las visitas de Cristina Kirchner a Tribunales eran garantía de grandes manifestaciones en respaldo. Esta mañana, cuando la expresidente se presentó a declarar en el marco del juicio sobre el intento de asesinato que recibió en la puerta de su casa, la presencia de sus partidarios fue más que escueta. Tuvieron que repetir la convocatoria en la angosta calle del Instituto Patria luego de la declaración, para tener una imagen más “poblada” de los partidarios de una líder política en franca decadencia.

Claro que en estas típicas marchas hay poco de ciudadanía espontánea y mucho de aparato. La falta de perspectiva política a futuro explica mucho la ausencia de lo segundo.

La merma en materia de respaldo a CFK se percibe hace tiempo en las encuestas, donde el oficialismo se mantiene sólido, a pesar de haber implementado el ajuste fiscal más drástico de la historia en los primeros seis meses. Lógicamente, el escándalo de Alberto Fernández no ayuda a Cristina Kirchner a remontar su situación. Todos los días hay novedades y la causa de violencia de género podría poner en cualquier momento al expresidente peronista tras las rejas. En las últimas horas, Fabiola Yáñez habría declarado que su expareja consumía frecuentemente marihuana en las dependencias del Poder Ejecutivo y además habría grabado un video de sexo explícito junto con una conocida funcionaria de la provincia de Buenos Aires.

La última semana, Cristina hizo referencia a la situación de su excompañero de fórmula y le soltó la mano. Repudió la violencia de género pero no hizo ninguna autocrítica por haber elegido a Alberto para la candidatura presidencial. La autorreferencialidad del mensaje fue motivo de duras críticas, por lo que su intención de despegarse de su excompañero de fórmula no tuvo mucho éxito.

Sin embargo, los manotazos de ahogado de CFK siguen a la orden del día. Hoy reiteró que ella no es feminista, tratándose de despegar de un movimiento al que le sacó todo el jugo que pudo.

En su declaración insistió en que el ataque recibido tiene instigadores políticos y que los autores materiales del fallido intento de asesinato son solamente la punta de un iceberg que todavía se mantiene oculto. Sin embargo, hasta Sabag Montiel, que llevó el arma hasta su cabeza sin poder gatillar, repitió hasta el hartazgo que los sospechosos actuaron en soledad y que no hay nadie a quien responsabilizar más arriba.

Como era de esperar, Cristina Kirchner asoció la causa donde fue condenada en primera instancia por corrupción y aseguró que el fiscal Diego Luciani contribuyó “con el clima de violencia” que terminó con el episodio que hoy se investiga. Sin embargo, si hubo una relación entre ese caso, su condena y el episodio que tuvo lugar en la puerta de su casa, fue las manifestaciones que impulsó el mismo kirchnerismo para que Cristina tuviera las fotos con sus partidarios, donde los atacantes se infiltraron para realizar el ataque.

Nadie dice que Cristina Kirchner se merezca haber sufrido el ataque por su irresponsabilidad en materia de protocolo y seguridad, pero hay que recordar que esas manifestaciones en la puerta de su domicilio tuvieron la única finalidad de mostrarla junto a sus seguidores, cuando se la estaba condenando por corrupción.

Como en todas sus presentaciones judiciales previas, CFK se hizo lugar para hacer declaraciones políticas. Una vez más, atacó a los tuiteros libertarios, en total sintonía con el régimen de su socio Nicolás Maduro. Para Cristina Kirchner, las manifestaciones de la ciudadanía válidas son exclusivamente las de sus aparatos políticos (que cada vez mueven menos adeptos). Si la gente, en libertad y de forma descentralizada y autónoma, se manifiesta en las redes sociales, eso para ella es cuestionable y repudiable.

Pero, más allá del análisis político sobre el pálido momento del kirchnerismo, la imagen de la jornada habla por sí sola. El diputado Mariano Recalde compartió una foto en redes sociales de la plana mayor K respaldando a Cristina y el peso político de la misma es más que escueto. Un solo gobernador de relevancia (Axel Kicillof, Buenos Aires), un par de legisladores, exintendentes y cuadros absolutamente intrascendentes para la opinión pública. Esto quedó de la hegemonía cristinista: el ocaso de un núcleo duro de incondicionales irrelevantes.

Como dice la canción, “todo concluye al fin, nada puede escapar… todo tiene un final, todo termina…”

Fuente: PanamPost

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