El chavismo ya contempla el escenario de pasar a la oposición

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Haber anunciado la reanudación de diálogos con Estados Unidos a un mes de las elecciones, incluyendo entre los puntos planteados por Miraflores la eliminación de la recompensa de 15 millones de dólares por la captura de Nicolás Maduro, fue sin duda la más clara señal de que el régimen se prepara para una derrota. Sin embargo, la eventual salida del chavismo del poder no significaría su desaparición, pues sus dirigentes ya están evaluando el escenario de pasar a la oposición.

“Nosotros, cada vez que hemos perdido hemos entregado. En el supuesto negado que perdiéramos, que eso no va a ocurrir, no tengan la menor duda del talante democrático del presidente Nicolás Maduro y de nosotros”, soltó en una entrevista el gobernador del estado Táchira, el chavista Freddy Bernal. Y si bien matizó su declaración asegurando que no perderán –lo cual evidentemente no admitirán a menos de dos semanas de los comicios– adelantó cómo sería el chavismo en la oposición.

“Yo creo que un gobierno de la derecha no aguantaría un año. Nosotros en la oposición, con la Asamblea Nacional, con 20 gobernaciones, con 220 alcaldías, con el poder popular, y en la oposición”, dijo el dirigente chavista asomando un discurso de derrota con mensaje de resignación para sus bases. De esta manera, el oficialismo parece seguir los pasos del kirchnerismo en Argentina, que ante la victoria de Mauricio Macri en 2015 se dedicó a sabotear su gestión para preparar su regreso al poder cinco años después con Alberto Fernández en la Presidencia y Cristina Kirchner en la Vicepresidencia.

El día después del chavismo y la oposición
Claro está que el régimen de Nicolás Maduro no se quedará de brazos cruzados esperando ser derrotado el 28 de julio. Después de haber inhabilitado a María Corina Machado e impedido la postulación de quien ella escogió inicialmente como su representante, Corina Yoris, intentará por todos los medios preservar el poder. Sin embargo, el escenario actual es mucho más cuesta arriba que el de 2013, cuando se anunció una victoria de Maduro por poco más de 200.000 votos de diferencia sobre Henrique Capriles, equivalente a 1,49 % de ventaja. Por tal motivo, el chavismo no descarta pasar a la oposición, pero no sin antes tratar de cerrar la brecha hasta donde más le sea posible para que la derrota no sea tan vergonzosa.

La oposición venezolana atraviesa sin duda por su mejor momento para poder ganar y cobrar. La dificultad vendrá a partir del 29 de julio, cuando deberá esperar casi cinco meses y medio para la eventual juramentación del nuevo presidente, que en este caso sería Edmundo González, y posteriormente enfrentaría un año sumamente difícil al tener que gobernar con el resto de los poderes en contra y un chavismo decidido a bloquear desde todas las instituciones y en las calles cualquier decisión que tome la nueva Administración.

El desafío del primer año
Tampoco hay que ignorar los roces internos dentro de la coalición del eventual nuevo gobierno, donde muy probablemente saldrían a flote intereses particulares y partidistas que sabría aprovechar el chavismo desde una oposición que jugaría al caos y la desestabilización. Ese es sin duda el plan del régimen para sobrevivir políticamente e intentar retomar el poder en el mediano plazo sin lanzarse al vacío el 28 de julio con una aventura difícil de sostener que lo llevaría nuevamente por el camino de la deslegitimación y el asilamiento internacional.

En el corto plazo el cambio parece inevitable, pero el mayor desafío será aguantar ese primer año del que habla Bernal, en el que el chavismo haría una oposición férrea para impedir que una victoria en las legislativas se traduzca en gobernabilidad y renovación del resto de los poderes para la reinstitucionalización del país.

Fuente: PanamPost

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