Qué hay detrás de la confesa alianza de Putin con los talibanes

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Desde que tomaron el poder en Afganistán en agosto de 2021, los talibanes presionan para conseguir reconocimiento como gobierno ante el resto del mundo, pero solo Vladímir Putin, presidente de Rusia, los respalda indirectamente. Su embajada fue la única que permaneció abierta en Kabul durante aquellos caóticos días mientras diplomáticos de otros países evacuaban la capital afgana. Dos días después de la toma del poder, el embajador ruso, Dmitry Zhirnov, se convirtió en el primer diplomático extranjero en reunirse con representantes talibanes.

En las últimas horas, Putin ratificó su posición. Dijo que los considera “aliados en la lucha contra el terrorismo”. Irónicamente, los talibanes forman parte desde el año 2003 de la lista de “organizaciones terroristas” de Moscú, pero hay señales que apuntan a que el mandatario ruso pretende sacarlos. Tanta confianza de su parte reside en cuestiones ideológicas relacionadas con la extinta Unión Soviética y la rivalidad del Kremlin con Occidente, en especial con Estados Unidos.

“Estoy seguro de que a los talibanes también les interesa que todo esté estable en Afganistán”, completó Putin durante una rueda de prensa en Kazajistán. Casualidad o no, hizo estas declaraciones tres días después de que los talibanes viajaran a Doha para participar en la tercera ronda de conversaciones promovidas por Naciones Unidas para buscarle una “solución” a la crisis afgana. Como era de esperar, no hubo ni una sola mujer en la comitiva de los extremistas, quienes se rehúsan a reconocer sus derechos. Pero no es algo que al Kremlin le preocupe.

Una mano lava la otra
La posición de Rusia es ambigua y similar a la que mantienen China, Irán, India, Turquía y Pakistán. Aún así, para Putin eso está cerca de suceder. “Debemos asumir que los talibanes ejercen el poder en su país”, dijo en otra parte de su mensaje. De hecho, los extremistas afganos fueron invitados al reciente Foro Económico Internacional de San Petersburgo en junio pasado.

Para entender qué hay detrás es necesario mencionar que tanto Putin como los talibanes están sancionados por la comunidad internacional, por lo que una alianza sería ideal para hacer contrapeso geopolítico a EE. UU. Además, los extremistas no pueden acceder a unos 7000 millones de dólares congelados por orden del Departamento del Tesoro de Estados Unidos tras la toma del poder.

Por otro lado, los talibanes exigen un asiento en la ONU, mientras que el presidente ruso puede proveerles seguridad, así como hace con regímenes autoritarios en África. El resultado: ganarle terreno al gobierno de Biden. Por su parte, Moscú también se cuidaría las espaldas, sobre todo luego del ataque terrorista del Isis-K —grupo considerado el enemigo número uno de los talibanes— contra el Crocus City Hall, que dejó unos 133 muertos y otro centenar de heridos.

El componente ideológico
A lo anterior se suma el componente ideológico. Tal como menciona el portal The Conversation, la visión histórica de Putin coloca a Rusia “como protectora de las religiones y los valores tradicionales y la sitúa entre las principales civilizaciones del mundo, en contraste con el Occidente ‘sin Dios'”.

Eso le hace ganar popularidad entre los musulmanes y lo vuelve más “amigable” para establecer alianzas. En resumen, mientras la Administración Biden descuida zonas importantes para garantizar el control del terrorismo, Putin aprovecha de aliarse con los enemigos de Estados Unidos.

Fuente: PanamPost

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