Milei enseña las garras de león, pero no logra dar el zarpazo total a los medios de comunicación públicos

MUNDO - ARGENTINA Carmen de Carlos*
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El león ruge y no tiene miedo. Javier Milei, el animal que da zarpazos a las empresas públicas deficitarias, a los medios de comunicación del Estado y a aquellos que estaban al servicio de los sucesivos gobiernos que llegaron a la Casa Rosada, con el apellido Kirchner y Fernández impreso en su partida de nacimiento, tuvo que ceder.

El presidente de Argentina renunció a la privatización de Aerolíneas Argentinas, de la televisión publica y de la agencia oficial de noticias Telam, entre otras empresas a cambio de sacar adelante su ley ómnibus o Ley Bases que volverá al Congreso tras la escala de anoche en el Senado.

Su éxito fue gracias al voto de desempate (36-36) de Victoria Villarruel, presidenta de la Cámara Alta. El plan de Milei es, en cierto modo, parecido a los de la etapa de las privatizaciones en serie de Carlos Menem y con seguridad, acorde a sus promesas de campaña de liquidar las partes del Estado que considera inútiles, un derroche o funcionales a una ideología política que no es la suya.

Milei y Sánchez
 
La relación de Milei con los medios de comunicación tiene poco que ver con la de Pedro Sánchez. El hombre que tiene a su servicio lo que el periodista Carlos Herrera denomina «equipo de opinión sincronizada», con RTVE a la cabeza, usa a su antojo los entes públicos y los privados que están en su línea. El libertario es diferente y va por otro lado.

Con trazos gruesos de ácrata del siglo XXI, Milei rescata la motosierra y corta raíces y ramificaciones de un árbol envenenado como la agencia de noticias y publicidad Telam, equivalente, en cuanto a dependencia financiera estatal, a Efe en España.

La agencia que convocaba a los corresponsales internacionales en Buenos Aires para tratar de llevarlos al redil kirchnerista no está operativa por decisión de la Casa Rosada. Carlos Canievsky, gerente general durante el Gobierno de Mauricio Macri, admite que «tal y como estaba no prestaba ningún servicio útil a la sociedad».

Desde el pasado mes de marzo, la página web arroja el cartel de «en construcción», no hay acceso a los contenidos y los periodistas están cruzados de brazos y acampados. Su cierre, pese al aplazamiento de su privatización, es una realidad tras haber sido refugio de militantes kirchneristas y centro de trabajo de una minoría de profesionales de los más de 800 periodistas que llegaron a estar en plantilla. En la gestión de Canievsky se le enseñó la puerta de salida a 330, pero una orden judicial ordenó la readmisión de 220. «Muy pocos devolvieron las indemnizaciones», recuerda Canievsky.

Retiros voluntarios
Milei ofreció en dos ocasiones retiros o jubilaciones anticipadas, pero son muchos los que siguen dentro. «La mayoría militantes ultra K», observa una periodista que aceptó la propuesta y se ha establecido en España.

En la «volteada», como suele suceder, pagan justos por pecadores, pero pecados en el armario de las noticias a Telam le sobran.

Algo parecido sucede con la televisión pública, plataforma de concentración de periodistas militantes y programas creados para ensalzar la figura de la única líder peronista: Cristina Fernández, viuda de Néstor Kirchner, y del efímero Alberto Fernández.

Los sueldos de la televisión pública triplican los del mercado y como muestra de fidelidad y de control absoluto del medio, los trabajadores se negaron a cambiar la clave de acceso al wifi cuando Mauricio Macri ganó las elecciones. Durante sus cuatro años de gestión permaneció la que había: «Macrigato». Conviene recordar que el felino se identifica como insulto o identificación de prostitutas en Argentina.

Las webs estatales de los medios públicos, donde trabajan en total unos 3.500 profesionales, según el INDEC, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos que recuperó su prestigio tras ser asaltado al estilo Tezanos el CESID, acusan un fundido en negro.

El poder de los sindicatos
Ana Gerchenson, directora ejecutiva de Radio Nacional Argentina entre 2016 y 2018, conoce bien el paño. «Los medios públicos en Argentina son necesarios, pero –lamenta– vetustos. No se pueden dinamizar, no se pueden actualizar, no se pueden modernizar. No se puede, como sería lógico, integrar una redacción transversal y colaborativa entre radio, televisión y agencia de noticias».

Editora en España del diario uruguayo El Observador, explica las razones: «¿Por qué? Porque apenas se sugiere la posibilidad, los sindicatos y muchos de sus trabajadores se niegan a cualquier cambio, a todo lo que modifique el status quo de privilegios».

En Argentina hay 50 radios nacionales de AM y FM. En determinadas provincias del interior la competencia resultaba difícil porque el kirchnerismo compraba las radios que iban a la quiebra y las incorporaban al descomunal aparato de medios públicos. Los casos de Mendoza y Comodoro Rivadavia son emblemáticos.

Milei quiere privatizar todo y poner fin a lo que considera «un mecanismo de propaganda». El presidente más histriónico de la historia de Argentina lo tiene claro: la Sociedad Estatal de Contenidos Públicos, Telam y la Radio Televisión Pública Argentina, tal y como se concibieron, tienen sus días contados, pero la negociación de la Ley Bases les ha dado un balón de oxígeno.

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